En 2016 Qualcomm,compañía americana especializada en el desarrollo de chips para smartphones, anunciaba su propósito de adquirir la firma holandesa NXP -también especializada en el desarrollo de chips para automóviles- con el objetivo de posicionarse en primera línea de salida en el suculento mercado de la movilidad y 5G. Dos años después Qualcomm ha renunciado a la compra dejando en dique seco una adquisición que alcanzó el exorbitante precio de 44.000 millones de dólares.
La segunda mayor compra de la historia de las tecnologías de la información, con el permiso de Dell y EMC (67.000 millones de euros) se ha frustrado debido al largo proceso burocrático y a la incapacidad de conseguir la aprobación del regulador chino, uno de los nueve que debían dar luz verde a la fusión.
La fusión entre Qualcomm y NXP, que se fraguó hace dos años, estaba considerada por el mercado como una operación de importancia vital en la pugna que mantienen Pekín y Washington para dominar la movilidad en el futuro. En los últimos meses las autoridades del país asiático han estado posponiendo la decisión de forma reiterada, lo que se atribuye a la creciente disputa comercial entre China y Estados Unidos.
Pese a que a la compra de la compañía holandesa fue aprobada por ocho reguladores diferentes, incluida la UE y Corea del Sur, el gobierno Chino seguía siendo reticente. Así ha sido al menos durante los últimos años hasta que en la reunión de Buenos Aires del G20 se comunicó que China estaba por fin abierta a aceptar la compra. Sin embargo parece que esa decisión ha llegado demasiado tarde porque Qualcomm habría asumido la ruptura.
No obstante, la decisión llevaba meses estancada debido a la tensión comercial entre las dos mayores potencias económicas del mundo, que aumentó a principios de este mes cuando entraron en vigor en EEUU aranceles a productos importados de China -principalmente tecnológicos- por valor de 34.000 millones de dólares.
Qualcomm había intentado comprar NXP debido a su posición privilegiada en el mercado de los chips para automoción, donde se desarrollará la batalla del futuro con el coche inteligente. Tras el fracaso del acuerdo, Qualcomm se va a centrar en desarrollar sus propios chips para el mercado automotriz, según confirma Reuters.