Tímidamente con Steve Ballmer al mando, y claramente desde la llegada de Satya Nadella a la dirección mundial en 2014, Microsoft camina hacia la nube. En estos años, la compañía de Seattle ha ido migrando poco a poco su portfolio de producto al cloud. El éxito de Office 365 y la pujanza de Azure como plataforma de servicios demuestran que las cosas le están saliendo bien. Pero faltaba una pieza por mover en este puzle, y era Windows, el producto fundacional de la compañía, que seguía vendiéndose como en los años 90.
Para salvar este desfase, Microsoft ha movido ficha este verano y en el Inspire, su reunión mundial de partners, con la que prácticamente abre su ejercicio fiscal cada año, ha anunciado la disponibilidad de Windows 365. De esta forma, Microsoft pone su sistema operativo a la altura de las demandas de los clientes, que desean acceso desde cualquier dispositivo y lugar a los recursos. Windows 365, que de hecho está disponible desde el 2 de agosto, permite ejecutar el sistema operativo en gran variedad de dispositivos, sin importar si son de Apple o están gobernados por Android o Linux.
Microsoft prepara a su icónico producto para aguantar en escena otros 35 años. No hay que olvidar que a Windows, dominador absoluto durante décadas en el terreno de la informática personal, en estos últimos años le han salido competidores notables que le han comido mucho terreno. Hablamos de Google (con los Chromebooks) o de los mismos fabricantes de tabletas y smartphones, que siempre cargan Android e iOS, sistemas que sirven a cientos de millones de usuarios en todo el planeta para acceder también a las aplicaciones corporativas sin pasar por el software de las ventanas.
En cualquier caso, hay que decir que Windows seguía siendo un buen negocio para Microsoft, sobre todo en los últimos trimestres. El boom del portátil desde el inicio de la pandemia supuso un revulsivo para un sistema operativo que se añade de fábrica en la gran mayoría de ordenadores personales que se comercializan en todo el planeta.
“El paso a la nube de Windows es muy probable que inaugure una nueva era en el mundo de la informática personal”
Windows 365 (que sólo se venderá a empresas, y no a usuarios domésticos) promete facilitar las cosas a los usuarios, pero también a los gestores de TI de las compañías, que podrán automatizar aún más políticas de seguridad o actualizaciones, o despliegues de nuevas funcionalidades. Eso será gracias al portal Microsoft Endpoint Manager.
Llevar Windows a la nube y ofrecerlo como servicio no sólo cambia las cosas para la propia Microsoft, sino que supone un puñetazo en el tablero del virtual desktop. Especialistas en VDI como Citrix o VMware, o proveedores de servicios que en los últimos tiempos habían girado a este negocio por la creciente demanda de unas compañías con toda o casi toda la plantilla operando en remoto, ahora tendrán que replantearse la estrategia.
Hablando de economía, se suele decir que cuando Estados Unidos estornuda, el mundo se resfría (ahora se podría aplicar el dicho también a China). Pues bien, en el mundo tecnológico algo semejante podríamos decir de Microsoft. Cuando la compañía de Seattle toma una decisión, del tipo que sea, las consecuencias son globales y profundas. La ubucuidad de sus productos es total. Y en este caso, el paso a la nube de su producto fetiche desde 1985 es muy probable que inaugure una nueva era en el mundo de la informática personal.