Poco a poco el teletrabajo se va a popularizando. Según datos del INE, en 2006 solo un 10 % de empresas de más de 10 trabajadores disponían de trabajadores conectados a los sistemas TIC mediante redes telemáticas externas de forma regular. En 2013, este dato llega al 27%, mientras que el acceso remoto a aplicaciones, documentos de trabajo y correo electrónico se ha generalizado en un 65 % de las empresas.
Estas cifras, aparentemente positivas, contrastan con el 85 % de españoles que declara sentirse incómodo en el uso de las tecnologías. Una ambivalencia que apunta directamente al tecnoestrés. Y es que, además de ofrecer flexibilidad y productividad, tanto el teletrabajo como la omnipresencia de las TIC en el trabajo pueden comportar efectos psicosociales no deseados. Desde sentirse invadido y fatigado, hasta verse incapaz y desfasado o sufrir adicción y dependencia.
Para Mar Sabadell, profesora del máster universitario de Prevención de riesgos laborales de la UOC, “la agilidad, la conectividad, el acceso a la información o la comunicación en tiempo real no son ni buenos ni malos desde el punto de vista de la seguridad laboral”. “Dependerá de factores personales, organizativos o del tipo de trabajo que hacemos. Y, en definitiva, de nuestra capacidad de conciliar los beneficios de esta flexibilización con una necesaria adaptación al nuevo contexto tecnológico”, añade.
La última Encuesta Nacional de Condiciones de Trabajo, realizada en 2011, dice que uno de cada cuatro trabajadores tiene mucho trabajo y que este es agobiante, y que hasta siete de cada 10 tienen problemas de salud relacionados con su trabajo. Preguntados sobre los factores de este malestar, uno de cada cinco españoles confiesa trabajar a menudo a un ritmo rápido, con una fuerte presión sobre los plazos y gestionando diferentes tareas simultáneamente. Son factores psicosociales que señalan directamente el tecnoestrés como un riesgo laboral emergente.
“El cambio tecnológico está detrás del empeoramiento de estos factores, que tienen mayor incidencia si nos referimos de manera específica al teletrabajo, puesto que son precisamente las TIC lo que nos permite ser más rápidos, abordar más tareas o exigirnos plazos más breves”, recalca la experta en teletrabajo y riesgos laborales.
Según la profesora Sabadell, tanto el teletrabajo como los potenciales riesgos de sufrir tecnoestrés afectan a los jóvenes más que a las personas adultas y, particularmente, a quienes trabajan en los ámbitos de la comunicación, las finanzas, la administración o la ciencia y la tecnología. Hablamos de sectores muy expuestos a la presión por los cambios tecnológicos y la sobrecarga y velocidad informativa.
Cinco consejos para combatir el estrés
Pese a que falta consenso sobre qué es tecnoestrés y su reconocimiento como enfermedad laboral, hay que avanzar en medidas preventivas que ayuden a invertir la correlación existente entre la sensación de estrés laboral y el uso cada vez más intensivo, y ya irreversible, de las TIC. Mar Sabadell apunta algunos consejos:
1. Hay que tomar una actitud positiva y confiar en las capacidades adaptativas personales para afrontar nuevos retos: estamos capacitados para asimilar nuevas formas de trabajar.
2. También a nivel individual, hay que ser proactivo y fijar los límites de nuestra disponibilidad en espacio y tiempo tanto en el ámbito laboral como en el personal.
3. Ante sensaciones de invasión o fatiga, se recomienda usar técnicas de relajación muscular, meditación y práctica del deporte.
4. En el ámbito organizativo, hay que adoptar medidas para equilibrar la introducción de nuevas tecnologías y prever recursos adicionales específicos de acompañamiento al trabajador.
5. Formación, apoyo tecnológico, diseño de espacios de descarga mental y estar atentos a los nuevos riesgos son factores a considerar ineludiblemente por los responsables de recursos humanos y las organizaciones.