La historia de Olé Olé se inicia en 1982, cuando en la discográfica CBS deciden crear un nuevo grupo techno-pop en la línea de Mecano. El pistoletazo de salida para Olé Olé sería No controles, la canción que Nacho Cano al grupo. No controles se publica en febrero de 1983, se convierte en un éxito inmediato y lanza al grupo a la popularidad. Esta canción fue también un hit en Italia. En otro orden de cosas, pero en el entorno de lo que trata de denunciar esta canción, quiero recordar que a finales de septiembre la Ley de Economía Sostenible pasó el primer trámite en el Congreso de los Diputados, meses más tarde de lo que el Gobierno había previsto, tras retrasarse en más de doce ocasiones. El proyecto de Ley de Economía Sostenible (LES) contiene la polémica Disposición Final Segunda en contra de las descargas digitales (la parte conocida como ‘Ley Sinde’) y que entre otras cosas aboga por el cierre de sitios web.
Lo primero que me resulta extraño es la relación que guarda una regulación en la que se priva a los usuarios de páginas web de sus derechos fundamentales con la economía sostenible. Pues si lo que quiere la Sra. Sinde es tratar la protección de los derechos de autor, que proponga desde su Ministerio una nueva Ley de Propiedad Intelectual.
Pero claro, para ello hay que tener valor y arriesgarse a que se le echen encima las bases ciudadanas que están hartas de tanto intervencionismo trasnochado y que pueden hacerle más “pupita” si cabe a las ya malas estimaciones de apoyo a las decisiones de la Sra. Ministra en particular y de este errante Gobierno en general.
No es rara esta actitud (aunque sí de una bajeza política sin límites), pues no hace un mes el Tribunal de Justicia de la UE se ha pronunciado en contra de la aplicación a empresas y administraciones del canondigital, aquel impuesto que grava la adquisición en España de CD, DVD, MP3, MP4, dispositivos multifuncionales de impresión y cualquier otro capaz de reproducir audio, video o texto.
Mal está que nos consideren delincuentes a priori, haciéndonos pagar un canon, estimado en base a lo que potencialmente vamos a delinquir. Lo cual es un craso error, pues por esa regla de tres en el ámbito general de la sociedad, y sin juicio ni nada, solo por decreto, todos y cada uno de los ciudadanos deberíamos pasar una temporada en la cárcel que sea proporcional a la estimación que se haga sobre el cómputo total de población penitenciaría y el tiempo medio de permanencia en prisión, con respecto al total de población en España. Claro que, la falacia del asunto, para que exista justicia es que al menos habríamos de saltarnos la ley cometiendo delitos que igualen la pena que se correspondería con nuestra estancia en la cárcel. Mi lectura a la vista de la justificación de la existencia del tan denostado canon digital es que, como que hemos pagado a priori por el delito, hagamos copias ilegales en contraprestación al valor del mismo.
Pero peor está que el mismo canon lo apliquen también al uso de estos dispositivos en la actividad empresarial, cuyo único objetivo es el de ser usado en aras del negocio específico de la empresa y no para hacer copias ilegales.
¡Vaya palo, Sra. Sinde!, porque ahora, los usuarios de estos productos para uso profesional (y nunca con intención de efectuar copias ilegales de audio, video o texto) que hemos estado pagando su “impuesto revolucionario” durante más de diez años, deberíamos reclamar todos los cuartos que ustedes y Gobiernos anteriores nos han sacado de nuestros bolsillos para ponerlos a disposición de la SGAE y así, aquellos que son amigos del Sr. Bautista, se lo repartan como les venga en gana. Si pagamos impuestos/tasas, queremos saber a qué se dedica el montante de su valor, cosa que en este caso, este grupo clientelista con el Gobierno y receptor del mismo se niega a dar a conocer.
Y yo digo hoy, como Vicky Larraz hace ya 27 años: “No controles mi forma de pensar porque es total y a todos les encanta”.