Si hace 10 años un fabricante de electrónica hubiera proclamado a los cuatro vientos que el futuro de la televisión pasaba por eliminar el tubo CRT, convertirla en una pantalla plana e incorporar el sistema operativo de un ordenador en su placa, todos le habrían considerado un loco. Y es que hace unos años todos los fabricantes pensaban que el desarrollo de la “caja tonta” había concluido: su función era, una vez conectada a la antena, recibir la señal televisiva (NTSC o PAL). Nadie hubiera podido imaginar que la calidad de la imagen digital aumentaría la resolución en más del doble, permitiendo la visualización de varios canales a la vez. Hoy esto es una realidad. En estas páginas analizamos la situación actual de la televisión, las tendencias, los datos de mercado y el futuro tecnológico que nos espera y que llevará a reemplazar el parque de televisores actuales.
La cosa está que arde, sobre todo en cuestión de pantallas LCD (liquid cristal display) y de plasma. La delgadez empieza a imponerse y a considerarse algo más que un capricho. En el mundo se vendieron el año pasado más de 160 millones de tipo de televisores. Un estudio de la consultora IDC sitúa en 56% el crecimiento de los paneles LCD en 2004 (que incluyen televisiones, pantallas para portátiles y monitores de desktop). Además, prevé que el mercado TFT-LCD pase de los 24.000 millones de dólares que consiguió en 2003 a 42.000 millones cuando concluya el 2007, lo que supondría un crecimiento medio anual del 15 %. En el mismo periodo, el volumen de este mercado se duplicará. El pasado año la facturación por las ventas TFT-LCD mundial fue de 37.000 millones de dólares. En España, y publicado por el diario económico Cinco días, se vendieron en 2004 3,5 millones de televisores, de los que tan sólo el 10% era de plasma o LCD (370.000 unidades, el 55% vendidas en la campaña de Navidad), pero la facturación total de los mismos representó el 40% de la total, aun cuando el precio de estas pantallas ha disminuido un 30% en 2004. Aquí el líder es Phillips, que con el 19,3% de los televisores planos vendidos ha desbancado a la todopoderosa Sony. A Sony le siguen LG y Samsung, pero a una distancia considerable.
El criterio más importante para los consumidores, sumergidos en un gran abanico de opciones, es el precio. Le siguen la garantía del fabricante, que tenga formato widescreen (16:9), la calidad y la facilidad de instalación y manejo. Por consiguiente, el dinamismo de este mercado, como tantas veces en el sector tecnológico, está siendo propiciado por la erosión de precios que ya ha empezado a producirse y que será especialmente pronunciada a lo largo del 2005, a pesar de que desde el mayorista UMD avisan que la disminución será progresiva, sin caídas bruscas. Las causas del deterioro del PVP son la ampliación de la producción, la competencia entre los fabricantes y el tirón que están teniendo en el mercado las LCD de marca blanca. Las bajadas más notables, no obstante, se darán en las pantallas de gran tamaño, que hoy se mantienen a unos precios prohibitivos.
El concepto del hogar digital propiciado por la convergencia digital (de la electrónica de consumo y la informática) está teniendo mucho que ver en la revolución del televisor. Los usuarios cada vez están más al día y quieren unos productos que, más allá de quedarse obsoletos, estén preparados para los previsibles cambios tecnológicos que puedan darse en los próximos meses y años. Aún no están muy definidos los términos, pero la mayoría de los fabricantes apuntan a la televisión como centro de ocio y de trabajo. Desde luego, indicios hay de que la cosa va por ahí: sistemas operativos hechos expresamente para ella, dispositivos wi-fi que llevan la señal radiofónica a toda la casa desde el terminal, Internet, videojuegos y mucho más, todo ubicado en el mismo soporte. Esto es, un único núcleo abierto a múltiples utilidades y soluciones para toda la familia. Pero también existe la posibilidad de trasladar el portátil, cada vez con más calidad para la reproducción multimedia al salón. Toshiba ha optado por esta vía con su equipo Qosmios, un “cuatro en uno” que integra en un mismo dispositivo un televisor, un PC, un grabador y regrabador de DVD y un sistema de sonido digital envolvente. Todo ello con una pantalla TFT panorámica de 17 pulgadas. Y no está dando palos de ciego, pues, según los propios datos del gigante japonés, ya ha vendido 3.000 unidades del Qosmios y sólo lleva 3 meses en las tiendas. No obstante, se puede decir que todo esto es pecatta minuta, sobre todo si tenemos en cuenta el papel decisivo que jugará la televisión digital terrestre (TDT) en el desarrollo de nuevas tecnologías. La TDT consistirá en una experiencia totalmente nueva, una televisión que recibirá una señal de gran calidad, que estará capacitada para la recepción de multitud de canales y que permitirá la interacción de la audiencia y el medio en cuestión gracias a Internet. La última tecnología en DVD y LCD favorecen la implantación de esta señal, cuya emisión seguirá llegando por el aire, aunque la transmisión no necesitará usar satélites porque se instalarán unos repetidores de gran potencia. Además está el impulso que le están dando los gobiernos nacionales y la Unión Europea en España se dejará de emitir televisión analógica en 2010, momento en el que los ciudadanos podrán disfrutar de 22 canales en abierto. La gran oportunidad para fabricantes y canales de venta reside en que será necesario cambiar el parque de televisores, que no están preparados para recibir señal digital, por lo que, o bien se compran sintonizadores que transformen la señal (ahora cuestan 100 euros) o reemplazan su pantalla por una más avanzada. El mercado global de la TDT supondrá, según IDC, una facturación de 70.000 millones de dólares hasta 2008, año en el que los 60% de los televisores del mundo recibirán señal digital. Actualmente en Asia y Estados Unidos la TDT es ya una realidad y serán sus mercados los que marquen la pauta.
Este hecho incidirá fuertemente en un abaratamiento de los precios y en el desarrollo de nuevas líneas productivas relacionadas con la resolución, el tamaño de punto, el tiempo de respuesta, la relación de contraste y el ratio de luminosidad. Lo que está claro es que los tubos catódicos tienen los días contados. Pero los grandes fabricantes ya gastan una gran cantidad de dinero en I+D.
Los analistas no saben qué tecnología va a prevalecer sobre otra en el universo de lo plano. La tendencia es comprar televisiones LCD de hasta 32 pulgadas (la más vendida es la de 27), y, a partir de esta medida, optar por el plasma porque, tal y como asegura Ibon Beraza, director de producto de electrónica de consumo de UMD, “están saliendo más televisiones LCD por la disponibilidad de formatos más pequeños a mejor coste, si bien el producto estrella en la relación calidad/precio para formatos grandes es el plasma. Hoy día puede comprarse una pantalla de plasma de 40 pulgadas por 2.000 euros, mientras que los últimos modelos LCD de primeras marcas rozan casi esa cifra. Como apunta Juan Carlos Martín, director comercial de la división de electrónica de consumo de LG, lo que no ha cuajado ha sido la utilización de los proyectores para los hogares, se han quedado en el entorno corporativo y en el ámbito informático; en el mercado de consumo no termina de arrancar por su instalación y por el precio elevado de las lámparas que necesita.
Según Rafael Salazar, product manager integration de Tech Data, en pocos años (2008) tendremos una televisión a la carta donde podremos seleccionar a través de menús desplegables la información que deseamos consultar en ese momento: la previsión del tiempo, un dato de la bolsa, cómo están las carreteras… Y eso será gracias a la convergencia de la señal con la utilización de Internet.
Como cada año la feria de la electrónica de consumo de Las Vegas (CES), celebrada del 6 al 9 de enero de este año, mostró en enero lo más candente en el sector. Esta vez le han salido sendos competidores al LCD y al plasma. El enemigo del LCD es la tecnología OLED, que proporciona más contraste y menos consumo energético. Samsung ya ha apostado por ella. El rival del plasma es SED, una pantalla de tecnología similar al tubo y su ventaja reside en sus dimensiones: un metro de ancho y sólo 5 centímetros de espesor, Canon y Toshiba ya se han puesto las pilas en este desarrollo.
Por su parte, Samsung presentó en la ciudad estadounidense la pantalla de plasma más grande del mundo, de 102 pulgadas (2,57 metros de diagonal). En mayo la compañía coreana empezará a vender televisiones de plasma de 80 pulgadas y LCD de 57. El sonido y la transmisión de datos sin hilos (Wi-Fi y Bluetooth) acapararon también gran parte de la atención.
No hay que olvidar que la industria de la televisión mueve mucho dinero gracias a los mercados paralelos: grabadores de DVD (de formato HD DVD o Blu Ray, ambos respaldados por grandes empresas del sector), sistemas dolby surround, consolas de videojuegos, videocámaras digitales e incipientes sistemas operativos para cambiar el PC por la televisión. En este punto será decisiva la aparición de la próxima versión de Windows Media Center en el segundo semestre de este año. No obstante, fabricantes y mayoristas coinciden en que en lo que más se está investigando es en los receptores y sintonizadores de la televisión digital terrestre que, con el tiempo, se integrarán de manera habitual en el propio televisor. También relevante es la importancia del DVD como grabador y con un disco duro de gran capacidad de almacenamiento. Todo ello tiene como finalidad convertir las pantallas del salón de estar en un centro de ocio digital que no requiera de aparatos de instalación y funcionamiento complejos y que suponga una experiencia sensitiva hasta ahora desconocida. La directora de producto de audio y vídeo de Infinity System, Amagoya Zubillaga, estima que en el 2008 una de cada 10 casas españolas tenga el televisor como eje central del hogar.
El monitor TFT más vendido es el de 17 pulgadas que se puede comprar a partir de los 200 euros, sin embargo algunos optan por el de 15, más pequeño y económico y que se puede adquirir por 180 euros. Los más osados se lanzan al de 19 pulgadas, que rondan los 300 euros.
Los que buscan una pantalla plana de televisión, pueden conseguir una LCD de 20 pulgadas desde 649 euros, aunque los precios van hasta los 3.600 euros de las de 37. No obstante, las más demandadas son las de 27 y 32 pulgadas, que están en 1.600 y 1.800 euros respectivamente.
Para los más sibaritas están las televisiones de plasma, que dan mejor calidad de imagen a unos precios que, aunque a veces frenan al usuario medio por sus precios prohibitivos, resultan más rentables en comparación con las LCD de gran formato. Así, un plasma de 42 pulgadas está entorno a los 2.300 euros, aunque las 50 pulgadas están cercanas a los 5.000 euros y una pantalla de plasma de 61 pulgadas cueste más de 20.000.