Un impago y la atonía de las ventas en tienda precipitaron el cierre de Akko

Blas Barriendos cuenta cómo fueron los últimos meses de una compañía que llevaba en el mercado 15 años.

Publicado el 17 Dic 2008

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Por Juan Ignacio Cabrera

A principios de este año las perspectivas del mayorista informático zaragozano Akko, una firma con 15 años en el mercado, no eran malas. La compañía, con casi una veintena de personas en plantilla, había facturado 4,3 millones de euros en 2007 y tenía planes para llegar a 6 millones (1.000 millones de las antiguas pesetas) durante este ejercicio. Era la masa crítica de negocio que su propietario, Blas Barriendos, consideraba necesaria para soportar su estructura de gastos y afrontar con garantías el futuro.

Una de las vías de crecimiento consistía en incrementar las ventas a las tiendas Euroshop, clientes fieles de Akko desde hacía años. Precisamente, para reforzar este capítulo, Barriendos llegó a contratar personal en octubre de 2007. Sin embargo, todo se torció a comienzos del pasado verano. El detonante de la “suspensión de actividad” de Akko fue un impago de 120.000 euros. Aunque la cantidad no era excesiva, la atonía compradora que empezaba a cebarse con el minorista informático, el terreno en el que se movía Akko, amplificaba el problema. Barriendos reconoce que muchas tiendas están facturando entre un 30 y un 40% menos que el año pasado y que sólo sobrevivirán los que apuesten por los servicios y por la venta de informática a empresas. “El retail dedicado exclusivamente al consumo lo va a tener muy duro”, asegura.

En consecuencia, desde ese momento “todo fue cuesta abajo”, como reconoce Barriendos. Como otras muchas empresas, Akko se enfrentaba a una actividad a la baja mientras mantenía unos costes de estructura altos. Además del personal, la compañía había adquirido un hermoso almacén en Zaragoza por el que había desembolsado un millón de euros. A Barriendos las cuentas no le salían y el tiempo se le echaba encima, y durante las últimas semanas el directivo, en una carrera apresurada, removió Roma con Santiago para liquidarlo todo. Precisamente, las prisas, reconoce, le llevaron a malvender el almacén y el stock de producto en almacén. Barriendos tuvo incluso que regalar los muebles a un amigo ante la negativa de última hora de un posible comprador a adquirirlos. El directivo reconoce que en los últimos días se quedó sólo en la nave y que tuvo que dejar allí equipamiento informático valioso.

Un nuevo proyecto
Sin embargo, Barriendos se ha rehecho. Hace unos meses recibió la oferta de un mayorista madrileñopara abrir una delegación en Zaragoza. Ahora, desde una oficina en el centro de la capital del Ebro, dirige un pequeño equipo de tres personas que está intentando rehacer las relaciones que mantenía con los clientes de Akko de siempre.

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Juan Cabrera
Juan Cabrera

Juan Cabrera tiene más de 20 años de especialización en el sector tecnológico y sobre todo en el canal de distribución. También ha colaborado con otros medios y promociona siempre que puede la buena literatura, la música y la vida saludable.

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