Esta situación que puede derivar en un inadecuado desarrollo laboral, que genera una toma de decisiones equivocadas respecto al cambio de empleo y a desaprovechar las oportunidades. Esa es la principal conclusión de la consultora Leadmans especializada en headhunting. “La carrera profesional se debe gestionar desde un punto de vista empresarial, con objetivos claros y planes para su consecución a corto medio y largo plazo, como única manera de garantizar el aprovechamiento del potencial ejecutivo”, explica Roberto Haig, consultor de la firma. La improvisación puede afectar gravemente a los directivos, ya que si el plan de carrera no resulta estar en consonancia con las prioridades a nivel personal, puede convertirse en una fuente de una frustración con la que resulta difícil lidiar.
Lo mejor es gestionar la carrera profesional como un negocio. Tal y como explica Haig, se deben definir unos determinados objetivos y metas, seguidos de un plan de acción para su consecución. Así, se deben definir los principales objetivos del directivo en términos de retribución (se debe fija una cantidad razonable y con la que la persona se sienta cómoda); tiempo (teniendo en cuenta que, cuanto más tiempo se dedique al trabajo, menos quedará para los proyectos personales) y reconocimiento. Una vez resuelta esta parte, el directivo debe analizar objetivamente su situación actual respecto a los objetivos planteados: lo que ha alcanzado hasta el momento y lo que le falta por conseguir, abordando a continuación un tercer paso que consiste en la elaboración de un plan con las fases, las metas específicas de cada una y sus plazos de ejecución.