En términos generales, se puede decir que la industria tecnológica y el canal de distribución de tecnología están saliendo razonablemente bien parados de esta crisis sanitaria y económica de dimensiones y alcance colosales. Sobre todo si se tiene en cuenta que ha habido sectores, como el turismo o el transporte aéreo, que han quedado paralizados completamente y tienen un muy incierto escenario para lo que resta de año.
Después de dos meses y medio de confinamiento está claro que la tecnología (en forma de redes de telecomunicaciones, servicios cloud, e-commerce o equipamiento para el teletrabajo) ha logrado sostener la actividad en millones de empresas de este país y del resto del mundo. ¿Se imagina alguien qué habría pasado en muchas empresas si este coronavirus letal hubiera adelantado su llegada 10 o 15 años? Nos habríamos ido todos a casa, pero el apagón habría sido total. No habríamos podido teletrabajar, ni comprar online, ni hacer la declaración de la renta, tramitar bajas laborales o pagar impuestos. La hecatombe y la sensación de soledad habrían sido mayúsculas.
En cualquier caso, el coronavirus sí está afectando al negocio informático. Desde primeros de marzo, el sector está revolucionado y desequilibrado al tiempo. El éxodo masivo de millones de trabajadores a sus casas propició en primera instancia un crecimiento imprevisto de las ventas de portátiles y de otras tecnologías útiles para montar improvisadamente oficinas en el hogar. Un mayorista nos decía en las primeras semanas de confinamiento que vendía más que en Black Friday. Y que por eso se había quedado sin stock de muchos productos, sobre todo notebooks. A la carestía de producto contribuyeron también los problemas de abastecimiento desde China, por estar tocadas desde principios de año las cadenas logísticas mundiales.
“¿Se imagina alguien qué habría pasado en muchas empresas si este coronavirus letal hubiera adelantado su llegada 10 o 15 años?”
Pero la fiesta no iba a durar. Datos de GfK y Context ahora nos muestran que la euforia del canal al principio del confinamiento luego dio lugar en abril a caídas generalizadas. Una vez las empresas habían desplazado e instalado debidamente a sus plantillas en casa, el repunte puntual de la demanda dejó paso a un valle que permitió ver a las claras que tampoco el sector iba a escapar a la crisis. Y es que hay gamas de producto que han tenido un buen comportamiento estos meses, pero también otras, muy importantes, que han parado en seco, como los smartphones, la impresión para empresas o la infraestructura.
Sin embargo, los últimos datos de las consultoras muestran que entre finales de abril y la primera quincena de mayo la situación se ha estabilizado e incluso los ingresos del canal se han empezado a recuperar. Y ahora el sector vuelve, en términos de negocio, a la casilla de salida, a los parámetros que manejaba a mediados de marzo, cuando se declaró el estado de alarma. Es una evolución parecida a la que muestran mercados como el británico, y más favorable que la que exhiben el francés o el italiano, que caen inexorablemente desde marzo.
El panorama es ciertamente complicado, pero hay muchas oportunidades para que los partners puedan transitar por esta crisis sin sucumbir. Todo indica que la demanda de servicios cloud y para escritorio remoto van a seguir al alza. También está pendiente en esos millones de empresas que hacen teletrabajo poner una capa de ciberseguridad que evite fugas de información. Asimismo, la nueva normalidad tirará del e-commerce, y muchas empresas que hasta ahora han sido tímidas en este ámbito tendrán que mover ficha de una manera decidida. Son solo algunos ejemplos de que el mercado está difícil, pero va a seguir dando oportunidad a aquellos que se lo trabajen.