SIMO cubre el expediente, aunque deberá replantearse su futuro

Unas 275.000 personas acudieron a una convocatoria en la que volvió a brillar todo lo que tiene que ver con el hogar digital.

Publicado el 15 Nov 2004

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La 44ª edición de SIMO ha dejado un sabor agridulce. Como todos los años, y a pesar de las críticas de aquellos que ponen en duda su pertinencia, la feria volvió a suponer una catarsis para un sector informático que sigue navegando por un mar de incertidumbres. Sin embargo, la primera convocatoria de informática y comunicaciones a nivel nacional comenzó a medio a gas y empezó a adquirir tono cuando llegaban a su fin las jornadas profesionales. Además, hubo grandes ausencias, como las de Oki o Acer, y, estrictamente hablando, mínimas novedades. Por otra parte, no hizo ningún bien que el evento comenzara en una jornada festiva en Madrid, lo que restó tirón y empuje al encuentro, que tardó en calentar motores más tarde de lo esperado. Según la primera estimación de Ifema, fueron 275.000 los visitantes que asistieron a la convocatoria, sólo 5.000 menos que el año pasado, aunque la mayoría concentrados el fin de semana, lo que constata el descenso de profesionales, una tendencia que se hace más llamativa cada año. El número de expositores final no llegó a los 800, cuando el año anterior se elevó a 852 puestos.

Y es que SIMO ha dejado de ser un lugar para cerrar negocios y tampoco supone al día de hoy el escenario donde todo el mundo muestra las novedades de todo el año. No obstante, sigue siendo un lugar ideal para ver las tendencias tecnológicas y comprobar qué es lo que más atrae el público asistente (cada vez menos profesional).

A nadie le cabe duda de que los organizadores se tendrán que plantear el futuro del evento, pues, como todas las cosas de la vida, para mantener un proyecto en primera línea hay que abordar los cambios a tiempo. La feria ya no tiene que ver nada con la idea que le dio origen. Si en un primer momento, hace ya 44 otoños, sirvió como punto de encuentro de los fabricantes de material de oficina y más tarde se convirtió en trampolín de la informática corporativa y del emergente negocio del PC, el SIMO de los años venideros tendrá que abordar importantes cuestiones existenciales. El incierto futuro del Comdex de Las Vegas, el auge de las ferias de consumo o el mayor reconocimiento que tienen por parte del profesional de la informática los encuentros sectoriales con agendas de entrevistas perfectamente definidas, ponen en jaque una fórmula que de no renovarse podría entrar en coma. En la edición de este año de la feria ya ha habido síntomas de que las cosas están cambiando. Cada vez más los fabricantes de tradicionales de informática, aquellos que van con todo su catálogo de equipos corporativos y de consumo, son más reticentes a hacer el dispendio que supone estar en SIMO, y que en algunos casos se cifra en más de un millón de euros. Un responsable de marketing de una de las primeras marcas de PC y servidores del mercado español se preguntaba qué sentido tenía lucir sus máquinas para centros de datos o sus equipos de almacenamiento, cuando todo el brillo se lo estaban llevando las marcas volcadas en el hogar digital. Y es que, un año más, las pantallas LCD de gran formato, el sonido y la imagen digital o la domótica volvieron a concitar la atención de todo el mundo.

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