El pasado domingo, un atentado terrorista se cobraba 22 víctimas en una de las zonas petroleras más importantes de Arabia Saudí, principal productor mundial de crudo. Las consecuencias sobre el precio del oro negro no se hicieron esperar, con subidas de hasta dos dólares por barril en las 48 horas siguientes. Así, a día de hoy, el petróleo ha alcanzado los 39 dólares por bidón, el coste más alto desde hace 14 años, coincidiendo con la Guerra del Golfo.
Las repercusiones de tal carestía no se han hecho esperar y, mientras las principales compañías aéreas (con Iberia y British Airways a la cabeza) han anunciado que reflejarán la subida de los carburantes en sus tarifas, los transportistas también apuestan por trasladar al usuario final el aumento de los precios. Y más aún tras la advertencia del ministro de Economía y Hacienda, Pedro Solbes, de que no suavizará el incremento de las gasolinas con bajadas en los impuestos que las graban. Desde la Unión Europea, se ha instado a los gobiernos a adoptar acciones conjuntas, evitando así iniciativas como las reducciones de impuestos sobre los carburantes adoptadas de manera unilateral que afectarían negativamente a las reglas del .
El principal temor que atenaza a los mercados no es la falta de abastecimiento, ya que la producción está realizándose con absoluta normalidad, sino el miedo a que los atentados en Arabia Saudí provoquen la salida de los más de 30.000 trabajadores extranjeros que trabajan en la industria petrolera del país, imprescindibles para garantizar el suministro de crudo del país. A esta situación habría que añadir también el conflicto iraquí y el aumento de la demanda de petróleo.
Con respecto a este último asunto, la cumbre de la OPEP que mañana se celebrará en Beirut será decisiva, ya que se estima que, a iniciativa de Riad, el cartel aumente la producción entre 1,5 y 2 millones de barriles al día. De no ser así, Arabia Saudía ya anunciado su intención de aumentar su producción de manera unilateral en 1,4 millones de barriles diarios, decisión que sería seguida por Kuwait, Emiratos Árabes Unidos y Nigeria.
A 31 de mayo, el litro de gasolina sin plomo costaba una media de 90,9 céntimos, frente a los 97,9 céntimos por litro de súper y los 77,8 céntimos del gasóleo de automoción. Estos precios suponen una subida de más del 5 por ciento en todos los carburantes sólo en último mes. En lo que va de año, la gasolina sin plomo ha subido un 14,1 por ciento, 1,1 punto más que la gasolina súper; y el gasóleo ha aumentado un 11,9 por ciento.