El gigante coreano Samsung Electronics logró en el segundo trimestre del año un beneficio operativo de unos 14,8 billones de wones (unos 11.286 millones de euros), lo que supuso una progresión del 5,18% que lo registrado en el mismo periodo del año anterior. Esa cifra es positiva pero discreta en relación a los records cosechados en anteriores trimestres y que supone un aviso para navegantes.
Prueba de ello es el descenso experimentado en la facturación, un 4,9% menos que en anteriores trimestres y que supuso la primera caída en algo más de año y medio. En el lado positivo, el avance provino sobre todo de su división de chips que se está convirtiendo en uno de los pilares de la empresa frente a los Galaxy que empiezan a mostrar síntomas de saturación. También se notó la parálisis del negocio en la venta de pantallas Oled que Samsung domina a nivel mundial y donde fabrica incluso para Apple.
Aunque ya se han vendido más de 9 millones de dispositivos Galaxy 9 Plus, la firma surcoreana ha comenzado a perder fuelle frente a sus nuevos rivales asiáticos, con Xiaomi a la cabeza, que comienza a estrechar peligrosamente el margen, sobre todo en la parte media de la tabla.
Para competir con las nuevas estrellas emergentes y estimular las ventas en el segmento de la gama media, la compañía presentó a finales de junio el nuevo terminal J6, diseñado para los usuarios que buscan un telefóno económico pero con mayores prestaciones que la media. El dispositivo tiene una pantalla de 5,6 pulgadas Amoled y está gobernado por un procesador Octa Core 1,6 GHz con 3Gb de RAM y 32 de memoria interna.