Siguen las malas noticias en el mundo del PC. Las ventas en España se desplomaron un 44%, según los datos de IDC. Aunque hay que tener en cuenta que la consultora contabiliza las máquinas que entran en el canal mayorista, pero no las que se venden finalmente a los clientes, las cifras son bastante elocuentes. La crisis, la incertidumbre de las familias y las empresas, la falta de financiación y los cambios en las preferencias de los usuarios (más seducidos por las tabletas y los smartphones) están detrás de esta bajada. También han aprovechado las marcas para sanear el inventario y dejar hueco a las novedades con procesadores Haswell que llegarán a finales de año.
En el terreno de la informática empresarial, siguen demorándose las renovaciones de equipos. Quizá algo cambie en los meses que vienen si el panorama económico empieza a despejarse. Lo que sí es muy probable que ayude es el cese del soporte para Windows XP, programado para abril. Según Microsoft, todavía más de un tercio de los equipos operativos en España (más de 5 millones de máquinas) llevan este sistema, que tiene más de una década de vida. Por otro lado, y aunque resulte paradójico, la virtualización del desktop, una demanda que se empieza a generalizarse en las compañías, podría hacer realidad la puesta al día de esos millones de equipos obsoletos.
En el mundo del consumo, donde la caída según IDC ha sobrepasado el 50%, varios factores explican el descalabro. Por un lado, las familias, acuciadas por el paro, las rebajas de sueldo y las subidas de impuestos, tienen muy poquito para gastar. A esto se une el boom de las tabletas, y sobre todo de las pizarras de bajo coste (por debajo de los 300 euros), el producto ideal para el que no quiere rascarse mucho el bolsillo.
El efecto llamada de Windows 8 tampoco se ha producido. Microsoft y los fabricantes de PC han perdido su primera oportunidad, aunque a la vuelta de vacaciones, en septiembre, volverán a la carga con la primera actualización del sistema de las losetas, el Windows 8.1, que recoge algunas demandas de diseño y funcionalidad de los usuarios, como la inclusión del famoso botón de inicio. Tampoco han espoleado las ventas los Ultrabooks (demasiado caros en esta coyuntura), y muchos distribuidores se han quejado de la falta de configuraciones con pantalla táctil. Algunos fabricantes, como Samsung, HP o Lenovo, han dado un paso adelante sacando híbridos de tableta y portátil, pero no está claro que ese vaya a ser el formato más apetecido.
El mundo de la informática personal hoy puede ilustrar con dos rayas que divergen cada vez más. Una, claramente descendente, es la del PC; la otra, que sube como un cohete, es de los tablets. Si el portátil baja a ritmos superiores al 30%, las pizarras acabarán el año, según las previsiones de IDC, creciendo por encima del 60% en unidades (y del 45% en facturación). Es muy improbable que el personal computer desaparezca, como han anunciado algunos agoreros, pero sí queda claro (analizando las tendencias del mercado) que se va a tener que reinventarse totalmente para seguir estando ahí. Una reinvención necesaria para dar lugar, con toda probabilidad, a un dispositivo muy diferente al que hemos conocido hasta la fecha.