Llegan meses trascendentales para Microsoft y su comunidad de partners. En otras circunstancias habríamos previsto todo el éxito del mundo para Windows 8. El cambio tecnológico que ha dado Microsoft al sistema operativo de las ventanas es enorme. Además, por primera vez, la compañía tiene un software que funciona con garantías en cualquier dispositivo, con lo que por fin podrá hacer frente a Apple y Google (Android) en móviles y tabletas, dos negocios que se le han mostrado esquivos hasta la fecha.
Sin embargo, la crisis en la que estamos inmersos es tan potente que poco se puede decir sobre el mercado de aquí a finales de año. Los expertos aseguran que las empresas no acelerarán el reemplazo de sus sistemas porque el nuevo Windows esté disponible. Los contratos de licencia que firman las compañías suelen, además, garantizar la actualización, lo que es otro motivo para no darse prisa. En el consumo, las familias están muy tocadas y las que inviertan no estarán para experimentos.
Todo lleva a pensar que Microsoft ganará cuota en el móvil y en las pizarras, pero su avance será lento. IDC, por ejemplo, pronostica que en 2016 se venderán 261 millones de tablets en todo el mundo, casi cuatro veces la cantidad que se comercializó el año pasado. No obstante, ese año Microsoft no llegará siquiera al 11%, mientras que el Apple, con su iPad, seguirá reteniendo casi un 60% y Android otro 30%. Hacer pronósticos a cuatro años vista es bastante arriesgado, pero la tendencia es clara.