Desde hace tiempo el futuro de Twitter estaba en entredicho. La red social del pajarito ha sido incapaz en estos años de dar los beneficios que se le suponían, y Jack Dorsey, CEO de la compañía hasta finales del año pasado, siempre estuvo cuestionado. Además, Twitter se ha convertido para algunos en una especie de lodazal digital, donde predomina el insulto y campan a sus anchas los haters. Y también es sospechosa la red social de servir para desvirtuar elecciones y procesos políticos a través de la difusión masiva de spam y fake news.
Era cuestión de tiempo, por lo tanto, que Twitter, que solo tiene algo más de 300 millones de usuarios activos, muy por detrás de Facebook o Instagram, pero que es muy influyente en términos políticos, sufriera un golpe de timón importante. Y ahora el futuro de la red social puede cambiar con la aceptación de la oferta de compra que le hizo recientemente el magnate Elon Musk, y que valora la compañía en nada menos que 44.000 millones de dólares.
El fundador de Tesla quiere refundar la comunidad de microblogging. “Quiero hacer Twitter mejor que nunca al potenciar el producto con nuevas características, convertir los algoritmos en fuente abierta para incrementar la confianza, vencer a los bots de spam y autentificar a todos los humanos”, indicó el magnate.
Para hacer frente a la operación, Musk aportará de su bolsillo 33.500 millones, en parte con préstamos respaldados por sus propias acciones. Y el dinero restante saldrá, según fuentes del mercado, de varios bancos de inversión capitaneados por Morgan Stanley.
Hay que recordar que a principios de este mes, Musk ya se convirtió en el primer accionista de la red social, con un 9% de las participaciones. El empresario que está revolucionando la industria del automóvil ahora quiere también cambiar el modelo de negocio de la red social, aflorando su potencial, venciendo a los bots y el spam y fomentando al mismo tiempo la libertad de expresión. Difícil equilibrio, aunque no imposible para Elon Musk. El tiempo dirá.