Toyota es hoy el primer fabricante mundial de coches. Además, durante su historia, la compañía japonesa ha sido un modelo de innovación en tecnología y en procesos productivos. Uno de los avances que fue alumbrado en las fábricas del gigante asiático a finales de los años 30 del siglo pasado y que acabó por cambiar la industria planetaria después de la Segunda Guerra Mundial es el método just in time o “justo a tiempo”.
Para agilizar la producción de sus vehículos y rebajar costes, Toyota ideó un sistema que le permitía contar con las piezas de sus vehículos justo en el momento en el que las necesitaba. Nunca antes. La marca de coches evitaba así el almacenamiento y el desperdicio, sincronizándose perfectamente con sus proveedores. La idea caló y se propagó por todo el mundo en los 50 años siguientes, y la adoptaron primeras marcas de sectores tan diferentes como los de la moda, la informática o el de los medicamentos.
Sin embargo, y como sugieren en un artículo en The New York Times Peter Goodman y Niraj Chokshi, la reducción de inventarios que trajo el famoso just in time de Toyota ahora es está volviéndose en contra de sus creadores y de tantas compañías que se jactaron de sus virtudes. La crisis de abastecimiento que está sufriendo el mundo, y que tiene muchas causas (falta de materias primas, paradas de producción debido a la Covid-19, incremento del precio de la energía, falta de barcos y contenedores…), tiene peor solución con un sistema fabril donde los inventarios y los almacenes suelen estar a cero.
De hecho, el mundo del automóvil es de los que más ha sufrido en los últimos meses la carestía de procesadores, lo que ha llevado a prácticamente todos los fabricantes a parar en algún momento su producción o a servir muy por debajo de la demanda del mercado. Con el just in time, las fábricas del mundo han ganado en eficiencia y han rebajado costes, pero operan más al límite y asumen riesgos que, en una situación como la actual, han aflorado inesperadamente.
Está por ver si los consumidores estarían dispuestos a pagar el extra que supone contar con una industria con más inventario, más resiliente en el fondo
Como recuerdan los periodistas de The New York Times, hay expertos que auguran que, con esta crisis, fabricantes de muchos sectores introducirán cambios en su operativa. Acumulando más stock del habitual hasta ahora o forjando relaciones con proveedores que les eviten problemas en caso de giros inesperados de guion. Al fin y al cabo, piensan que el modelo just-in-time fue llevado al extremo y que es tiempo de revisarlo.
Pero también están los que piensan que una vez pasada la crisis de abastecimiento, que en sector informático se prolongará durante 2022, las cosas volverán a ser como antes y se impondrán los ahorros de costes y tiempos a cualquier otra consideración. Hay que tener en cuenta que financiar stocks y plantas de almacenamiento hace menos competitivas a las empresas, y lastra el valor de sus acciones y, por lo tanto, los salarios que se llevarán los directivos que deberían tomar esa decisión. Además, está por ver si los consumidores estarían dispuestos a pagar el extra que supone contar con una industria con más inventario, más resiliente en el fondo.