Resulta evidente que la forma de trabajar a la que estábamos acostumbrados antes de la pandemia ha pasado a la historia. Es bastante improbable que volvamos a esa normalidad que se caracterizaba por grandes oficinas llenas de empleados, salas de reuniones siempre ocupadas, visitas de proveedores y clientes a todas horas, etc. Porque, si una cosa ha puesto de manifiesto el teletrabajo, es que los empleados pueden ser igual o incluso más productivos trabajando en remoto. Y así lo ha manifestado el 66% de las empresas en España, afirmando que su productividad se ha visto incrementada en un 22%. Además, casi un 70% del tejido empresarial español está convencido de que ese incremento de la productividad que proporciona el teletrabajo podría mantenerse incluso cuando finalice la pandemia (‘El futuro del trabajo: del modelo remoto a uno híbrido’, Capgemini Research Institute, diciembre 2020).
Pero también es un hecho que, como seres sociables que somos, necesitamos relacionarnos con los demás, no solo en nuestro ámbito personal, sino también en el profesional
Pero también es un hecho que, como seres sociables que somos, necesitamos relacionarnos con los demás, no solo en nuestro ámbito personal, sino también en el profesional. Y esa relación va más allá de una videollamada, email, mensaje o llamada telefónica. Es decir, necesitamos un cierto contacto físico, y por eso nos vamos a resistir a eliminar el 100% de la presencialidad en los entornos de trabajo. Aquí es donde entra en juego otra modalidad de trabajo, que empezó a cobrar protagonismo cuando finalizó el Estado de Alarma en 2020; muchas empresas decidieron reabrir sus oficinas organizando a la plantilla en turnos en los que acudir a la oficina o teletrabajar.
Estoy hablando del trabajo híbrido, un concepto que no es tan nuevo, pero cuya acogida ha experimentado un espectacular crecimiento como consecuencia de la Covid-19, y para el que las empresas deben seguir preparándose para garantizar la productividad de sus colaboradores. Y es que uno de los grandes retos que acompañan a este modelo es el hecho de tener que gestionar aún más dispositivos, los cuales están desplegados en diferentes ubicaciones. Esos equipos incluyen las soluciones de impresión, que han ido evolucionando de la impresión distribuida al modelo hiperdistribuido, ya que este último es el único capaz de abordar todos los retos de la hibridación del trabajo. Al estar basada en un contrato de servicios gestionados de impresión (MPS) y en la nube, la impresión hiperdistribuida puede controlar, incluso en remoto, cualquier equipo de la compañía, independientemente de su ubicación, y realizar todas las funciones de soporte y servicio estén donde estén instaladas las soluciones. Además, cumple perfectamente con la política de seguridad establecida por las empresas que siguen teniendo a empleados trabajando desde casa, ayudándolas a ser más flexibles y a cumplir la nueva ley que regula el teletrabajo.
El modelo híbrido es el presente, y también el futuro de las empresas. Porque se acabaron esos días en los que salíamos todas las mañanas de casa para ir a la oficina. Volveremos a hacerlo, per o no a diario, e incluso ni siquiera todas las semanas. Por eso es fundamental que las corporaciones adopten soluciones, como la impresión hiperdistribuida, que les permitan sobrevivir cuando la situación actual se dé por finalizada, y volvamos a esa ansiada normalidad que jamás será la misma. Y es que, si no se reinventan, tenderán a desaparecer.