Viernes de pasión para Oki. En plena Semana Santa, el fabricante japonés lanzó en Tokio un documento donde señalaba las líneas estratégicas para su negocio de impresoras y las líneas a seguir en un panorama adverso. En concreto, adelantaba pérdidas operativas para su último año fiscal de 9.500 billones de yenes (78 millones de euros), más del doble que el año anterior, debido “al impacto de España”. Como consecuencia, la firma ha decidido cerrar su filial en España y Portugal. Según fuentes próximas a la compañía, la sociedad mercantil que opera a escala local desaparecerá en junio y el negocio será dirigido desde ese momento desde Oki Europe, con oficinas en Londres, aunque mantendrán oficinas abiertas tanto en España como Portugal.
Esas mismas fuentes aseguran que Oki seguirá manteniendo su actividad de venta de impresoras o televisores en España, y que mantendrá una oficina en Madrid que dependerá de Londres. Las fuentes consultadas por CHANNEL PARTNER recalcan que Oki no se va de España y también reconocen que todavía no está decidida la estructura que va a tener la compañía aquí.
Por otra parte, la medida no afectará a la política de canal de la compañía, según los interlocutores consultados. Oki mantiene en este país una amplia red de mayoristas (Auge, Dartec, Esprinet, Adveo y Vinzeo están entre ellos) y de puntos certificados de venta. En su momento, Oki fue en España el fabricante que más impresoras láser color colocaba en el mercado, pero ha sufrido en los últimos años los efectos de una crisis que ha paralizado la renovación de los equipos de impresión en las empresas.
La reestructuración a nivel mundial del negocio de impresoras que ha confirmado la compañía desde Tokio supondrá la salida de entre 700 y 800 personas de la empresa, según las fuentes consultadas por CHANNEL PARTNER.
Ya a finales del año pasado, el británico Matthew Farrow, vicepresidente hasta ese momento de ventas en EMEA, pasó a coger las riendas de la filial española. Eran los efectos colaterales de las irregularidades financieras que salieron a la luz en España el pasado verano y que obligaron a la corporación japonesa a retrasar la presentación de resultados y dio lugar a la mayor caída bursátil diaria de la compañía en 37 años de historia, según Bloomberg.
Las irregularidades, detectadas en una investigación interna, que supusieron pérdidas de 67 millones de euros (al cambio actual) y que dieron pie a la compañía a afirmar que se había “exagerado el número de cuentas pendientes de cobro, llevaron a que Javier Toledo, el alma mater de la oficina local de Oki durante muchos años, dejara la compañía. A Toledo le reemplazó, de forma interina, Hiroshi Matsuura, japonés también perteneciente al consejo de administración de la filial.