A base de desastres y de amenazas se ha reforzado la conciencia ecológica de ciudadanos, empresas y administraciones. El desastre nuclear de Fukushima ha sido la última cuenta de un rosario interminable. ¿Quién puede permanecer impasible hoy ante las noticias que llegan sobre el calentamiento global y el cambio climático, o sobre la contaminación de las aguas de los ríos y los mares a consecuencia de los vertidos de barcos o industrias, o sobre la cada vez más pobre calidad del aire de las ciudades donde vivimos?
Aunque en España, la defensa del medio ambiente no se ha traducido en un movimiento social y político identificable y potente, como en Alemania y otros países del norte de Europa, se trata de un tema que está en las agendas de los políticos, en los planes estratégicos de las compañías y, cada vez más, en los hábitos de los ciudadanos, que separan los residuos pensando en su reciclaje y se quitan la corbata (en algunos lugares de trabajo al menos) para no tener que poner el aire acondicionado a toda pastilla.
Los agentes consultados del sector informático consultados por CHANNEL PARTNER coinciden en que estamos ante una preocupación real y no ante una moda o una cuestión de imagen para ganar en reputación y reconocimiento de marca. “No es marketing. La concienciación, en mayor o menor grado, es real, aunque las motivaciones pueden ser diversas. Las empresas e instituciones están formadas por personas que, en sus vidas privadas y como consumidores, también van incorporando actitudes respetuosas con el medio ambiente y exigiéndoselas a sus proveedores”, asegura Miguel Salgado, director general de F5 Networks. No obstante, Alejandro Solana, director técnico de VMware, dice que ser green significa algo más que reciclaje y habla de medidas para la reducción de uso de materiales peligrosos y para una mejor eficiencia energética que afecta a la cuenta de resultados de las empresas. En el caso de la propia VMware, la cosa ha ido más allá de aplicar su tecnología de virtualización, que reduce servidores y, por tanto, consumo eléctrico. En la central de la firma en Palo Alto, California, se han instalado grandes ventanales para aprovechar mejor la luz natural y se han utilizado materiales de construcción cien por cien reutilizables. Además, recuerda Solana, también se fomenta el transporte público entre los empleados. En Kyocera, compañía, sin ir más lejos, cuya sede central está en la emblemática ciudad de Kyoto, la conciencia se ha filtrado a todo el equipo comercial y “no se concibe una propuesta tecnológica sin valorar el impacto medioambiental que conlleva”. Además, la sede de la firma, erigida en 1998, tiene varios premios por el fácil mantenimiento que exige a sus moradores. Lo dice Isabel Fernández, responsable de comunicación de la filial española del fabricante de impresoras. “Las compañías están empezando a fomentar internamente políticas medioambientales entre sus empleados. Se apagan todos los equipos al terminar la jornada, se activa la opción de ahorro en las máquinas…”, recuerda Fernández. AMD también se aplica el cuento. Entre 2009 y 2014, el objetivo del fabricante de procesadores es reducir un 5% la emisión de gases de efecto invernadero, un 20% el consumo de agua y un 70% los residuos. Además, según Alejandro Ruiz-Bueno, director de desarrollo de negocio en Administración Pública y grandes cuentas, la firma cuenta con un programa de software que ayuda a los trabajadores de las oficinas de Norte América a encontrar las mejores opciones de transporte público y bicicleta.
Objetivos de las compañías
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