Tal y como estaba escrito en el guión, Portugal no ha tenido más remedio que pedir el rescate financiero a la Unión Europea ante la enorme presión de los mercados y el reconocimiento de su incapacidad para hacer frente a su enorme deuda. El primer ministro portugués en funciones, José Socrates, cree que el país deberá solicitar al menos 75.000 millones de euros para poder salir del agujero en el que se encuentra. De esa cantidad 50.000 millones deberán ser aportados por la Unión Europea y la cantidad restante por el FMI, según confirma el diario El País.
Lo más grave de la coyuntura adversa que vive Portugal es que puede afectar de lleno a la economía española porque la banca española concentra más de un tercio de la deuda contraída por el Estado luso con la banca internacional.   Además, hay más de 1.400 empresas españolas con inversiones estables en el país vecino, entre las que se cuentan distribuidores y mayoristas del sector de tecnologías de la información que deberán hacer frente a las consecuencias de esta decisión.
Tampoco se librarán las multinacionales del sector TIC que consolidan sus cuentas conjuntamente y operan como una región unificada. Aunque es pronto para conocer el impacto y consecuencias de rescate sobre la evolución financiera de dichas empresas, está claro que repercutirá negativamente sobre la consecución de mayores ingresos y beneficios y habrá una revisión a la baja de las iniciales previsiones.   El responsable de canal de una de las mayores multinacionales del sector TIC alertaba recientemente a este medio sobre las consecuencias negativas de operar como una subsidiaria ibérica por los enormes riesgos que conllevaba.
En la parte positiva conviene mencionar que las firmas y organizaciones españolas que trabajan en el mercado portugués han restado gravedad a la situación como se refleja en la calma que se vive en la Bolsa, donde de momento no se está produciendo una bajada significativa de las acciones del Ibex 35.   También en el apartado de buenas noticias hay que resaltar el menor riesgo de impago de la deuda, según confirma la consultora CMA, y que nos ha permitido abandonar el top ten de los países con mayor riesgo de impago.