Internet se ha colado con fuerza en la adolescencia, que es probablemente la franja de edad más expuesta a las nuevas tecnologías. Según datos de la consultora Comunica + por –, un 40% de los adolescentes de este país están conectados las 24 horas del día, mientras que 5 de cada 10 se conectan hasta que se van a dormir, y sólo un 30% lo hace menos de 3 horas diarias. La conexión intensiva a Internet es, pues, el modus vivendi de los jóvenes españoles.
Los chavales buscan en las pantallas y en las redes sociales la aceptación de sus pares y vivir hasta cierto punto al margen del mundo adulto. Siempre fue así, y siempre será de esta manera, pero ahora, con las redes sociales, la capacidad para comunicar se ha multiplicado, y los resultados de esa comunicación, además, se pueden conocer al instante.
Según Comunica + por -, nueve de cada 10 adolescentes españoles quiere ser visible y ser visto con el fin de ser popular y tener muchos amigos. El ser “popu”, como coloquialmente se conoce a los chicos y chicas de cualquier instituto o de primaria en sus últimos cursos, es un fin en sí mismo y un valor en alza. La meta es sumar likes, followers, suscriptores, amigos o comentarios, aunque para ello se tengan que exhibir más de la cuenta. Esa “popularidad”, de la que en muchos casos se alardea, ayuda a los chicos a distinguirse del resto, al tiempo que se integran con la comunidad online.
De todas formas, conviene matizar. Pues no es lo mismo un “popu” que un famoso. A la primera clase pertenecen los conocidos del instituto o del barrio que han destacado por tejer una amplia red de relaciones a través de Internet. La segunda especie la forman las estrellas del firmamento mediático y del mundo del espectáculo a las que adoran los adolescentes de todo el planeta y que no sólo saben meter goles o hacer películas, sino también mantener cuentas millonarias de seguidores o suscriptores. Aunque para esto recurren a equipos de profesionales muy especializados.