Por fin la filial local de Symantec, una de las primeras empresas de software del mundo, tiene cabeza visible. Se trata de Gabriel Martín Francesconi, que acaba de asumir el cargo de director general de la firma en España y Portugal. Hasta la fecha, el flamante responsable de la subsidiaria permanecía al mando de la filial española de Business Objects, adquirida por SAP por 7.000 millones de dólares, y con anterioridad desempeñó diferentes funciones en Mercury Interactive y Compuware. Desde su nuevo puesto, Martín Frascesconi asume la responsabilidad de implantar y desarrollar la estrategia de negocio del fabricante de seguridad en toda la Península, así como de coordinar las diferentes acciones de la delegación ibérica.
Seis meses ha tardado Symantec en encontrar a su nuevo director general para España y Portugal, un puesto que ha permanecido vacante desde que Gonzalo Landaluce salió de la compañía el pasado julio. Landaluce permaneció dos años al frente de la filial, un puesto al que llegó en julio de 2005, una vez culminado el proceso de fusión entre Symantec y Veritas, aunque desde 1999 era director general de la subsidiaria de esta última compañía. Landaluce en ese momento se disputó el puesto con Joaquín Reixa, proveniente de Symantec y que finalmente ha recalado en Check Point. En el momento de su marcha, las previsiones de Landaluce pasaban por mantener el ritmo de crecimiento que la filial cosechó bajo su dirección en 2006, cuando facturó unos 73,2 millones de euros, un 22% más que en el ejercicio precedente.
El caso de Symantec es algo atípico en el panorama español. En dos años y medio han pasado por su jefatura hasta tres personas. El contraste con otras subsidiarias de gigantes como HP, Microsoft, Dell, Fujitsu Siemens u Oracle es evidente. Unos cuantos ejemplos: Santiago Cortés está al mando de HP desde 2002; Amparo Moraleda lo hace en IBM España desde 2001; Mauricio Lapastora dejó Toshiba a finales de 2000 para coger las riendas de Fujitsu Siemens… Y es que el mercado español, por idiosincrasia, es muy personalista y requiere mucho del cultivo de las relaciones a largo plazo, algo que no se puede hacer con tanto cambio.