Como ocurre con muchas novedades en el mundo de la tecnología, el cloud computing fue alzado rápidamente hace unos años como una solución necesaria en la empresa y que triunfaría en poco tiempo. Sin embargo, las cosas en el ámbito empresarial suelen ir más despacio y es ahora cuando la nube empieza a descargar sus beneficios entre las grandes corporaciones y las pymes. A pesar de ser una tecnología con la que convivimos día a día, las definiciones para la misma son variables y depende de la óptica del interlocutor. Por ejemplo, Enrique Fernández-Laguilhoat, director de plataforma y desarrollo de Microsoft, aclara que “conceptualmente se dice que una aplicación informática opera en la nube si de forma total o parcial requiere de algún servicio web para su funcionamiento”. Por su lado, Javier Martínez, director técnico de NetApp, ahonda más en esta definición desde el punto de vista del hardware al reconocer que “el cloud computing consiste en adquirir servicios TI en lugar de crearlos en la propia organización, mediante la compra del hardware y software necesario”.
Pero lo mejor es verlo con un ejemplo. Imaginemos una empresa que precisa de un servicio de correo electrónico. Antes de la llegada del cloud computing el departamento de TI adquiría un conjunto de servidores en los que desplegaba un sistema de e-mail. Todo esto conllevaba unos costes relacionados con la adquisición del hardware y la compra de las licencias del software. Pero ahora, gracias al cloud computing, esta necesidad puede “alquilarse”: esta empresa tiene la opción de recurrir a un proveedor de Internet que pondrá a su disposición un servidor de su propio centro de datos y le cobrará una tarifa mensual por buzón. Carlos García, responsable de Google Enterprise en España, lo tiene claro al asegurar que el “cloud computing consiste en la externalización de aplicaciones y datos suministrados por otras compañías”.
Pero en la nube no sólo hay programas o aplicaciones, sino también hardware, ya que es necesario que exista una plataforma para sostenerla. Por ello, Alejandro Solana, director técnico de VMware, explica que el cloud computing está íntimamente ligado a la virtualización, puesto que la misma habilita “un conjunto de tecnologías que facilitan la gestión y la obtención del máximo partido de las infraestructuras existentes”.
¿Hasta qué punto es importante la virtualización para sostener el modus operandi del cloud computing? Siguiendo el ejemplo anterior, si una empresa decide alquilar un servidor de correo en un proveedor por un precio módico mensual, lo más probable es que comparta ese hardware con otras muchas empresas. La virtualización permite generar un entorno para cada una de ellas, compartiendo los recursos y abaratando los costes.
Precios bajos y seguridad Uno de los beneficios claros de esta tecnología ya ha sido expuesto: es barata y permite minimizar los gastos en la empresa. A ésta se suman otras que Carlos García, de Google, resume en “la ubicuidad del acceso a la información y la facilidad de colaboración y comunicación a través de multidispositivos”. La clave para María Campos, country manager de Stonesoft, proveedor de herramientas de seguridad de origen finlandés, es que “los costes se reparten entre muchos clientes y los servicios están disponibles a precios increíblemente bajos”. Por su parte, desde el lado de la infraestructura, Javier Martínez, de NetApp, señala que “el cloud computing ofrece una gran flexibilidad, capacidad de respuesta más rápida, mejora de la agilidad del negocio y ayuda para contener los costes”.
Otro de los beneficios en que coinciden todos los actores consultados es que “al hospedar servicios en la nube podemos soportar fácilmente niveles de consumo variables sin tener que preocuparnos de la infraestructura necesaria para darles soporte”, según Enrique Fernández-Laguilhoat, de Microsoft. Es decir, una empresa, al utilizar cloud computing está ganando en escalabilidad, ya que si tiene un pico de trabajo temporal podrá contratar una ampliación de sus servicios, sin tener que pensar en realizar desembolsos importantes en hardware.
Sin embargo, si todo es tan bueno, ¿por qué no vivimos ya en una “nube” completa? Alejandro Solana, de VMware, aclara que “en muchas ocasiones existe una percepción, errónea, de delegación total o de pérdida de control”. En resumidas cuentas, a una empresa (grande o pequeña) todavía le cuesta almacenar sus datos en los servidores de un proveedor externo. La posibilidad de que un ataque acabe con los mismos o de que sean robados está presente en la mente de muchos ejecutivos que no ven con buenos ojos que sus informaciones más vitales se encuentren en centros de datos a kilómetros de distancia. Ante esto, Alfons Buxó, director de consultoría preventa de servidores corporativos y almacenamiento de HP, responde que “lo importante es quién y con qué garantías ofrece los servicios cloud”, a lo que añade que “la regulación digital puede ser freno o catalizador” de esta tecnología.
A lo anterior hay que sumar los retos a los que se enfrenta esta tecnología y que Javier Martínez, de NetApp, resume en “la seguridad, ya que intervienen grupos de usuarios dispersos e incluso diferentes empresas; el acceso ininterrumpido a los datos; la automatización de servicios para reducir costes; y la protección de datos integrada”. En la cuestión de la seguridad es donde Stonesoft tiene algo que decir y María Campos asegura que el objetivo de la empresa que dirige es securizar “todos los servicios de cloud computing que ofrecen los proveedores de conectividad”.
El ‘software’ en caja no se acaba De cara al futuro la “nube” se irá haciendo cada vez mayor, aunque son pocos los que ven el final del software paquetizado. Carlos García, de Google, sostiene que en los años venideros “las grandes implantaciones serán muy limitadas y el reto de los departamentos de TI estará en elegir y gestionar a sus aliados en la nube, no en mantener infraestructuras que ya han empezado a desaparecer”. Sin embargo, desde Microsoft, siempre muy ligado a la distribución de software en caja, Enrique Fernández-Laguilhoat piensa que “seguirá habiendo escenarios en los que los clientes prefieran mantener una arquitectura tradicional albergando sus aplicaciones dentro de su red corporativa”.Y es que desde la firma de Redmond confían en la combinación de software+servicios, un modelo híbrido en el que se combina el uso de aplicaciones clientes con servicios que proveen empresas externas. Por su lado, Alejandro Solana, de VMware, se centra en la reducción de costes para augurar un futuro brillante al cloud computing y explica que “una de las grandes ventajas es el pago por uso, lo que permite a las empresas ajustar las inversiones en infraestructuras”. Ello facilita a cada empresa que pueda disfrutar sólo de aquellas soluciones y funcionalidades que necesita. Por otra parte, Alfons Buxó, de HP, mantiene que “estamos en el albor de esta tecnología y su evolución permitirá ofrecer funcionalidades a las empresas que actualmente no son posibles”.
Negocio para el ‘reseller’
Y el canal, ¿dónde queda? Uno de los inconvenientes que muchos ven al cloud computing es la facilidad con la que el cliente final puede contratar el servicio con el fabricante, sin pasar por el intermediario. Es decir, sin contar con los partners. ¿Hay negocio en esta área para el socio tecnológico? Todas las firmas consultadas aseguran que sí, aunque no son muy claras a la hora de especificar qué ventajas obtiene el reseller. Por ejemplo, Carlos García, de Google, sostiene que la política de su compañía es “evitar la venta en directo, por lo que los partners siguen siendo figuras clave en la comercialización de los servicios”. Eso sí, García advierte de que “esta forma de trabajo limita el grado de personalización del software”, por lo que cree que los socios tendrán que “reinventarse”. Y apunta que la especialización y la consultoría pueden ser las claves. Por su lado, Enrique Fernández-Laguilhoat señala que “cada una de las ofertas actuales o futuras de Microsoft en la red ofrecen oportunidades de negocio para el canal”. Fernández-Laguilhoat explica que los servicios web suelen tener renovaciones anuales, por lo que el fabricante no sólo comparte un fee (tarifa) con el reseller una vez que se ha realizado la venta, sino que anualmente puede compensarle con un porcentaje por la renovación del servicio, “lo que aporta un alto nivel de tranquilidad financiera”, apostilla Fernández. A esto, María Campos, de Stonesoft, añade que el “canal tiene ante sí la oportunidad de proporcionar cuantas herramientas y servicios sean necesarios para construir las nubes a medida”.
En lo que respecta a la venta de la infraestructura necesaria para la conformación de la nube, Alejandro Solana, de VMware, especifica que “contar con un canal que pueda ofrecer el mayor nivel de experiencia y conocimiento en nuestras soluciones de virtualización es crucial”. A ello, Javier Martínez, de NetApp, suma que el canal obtiene ventajas como ofrecer un centro de datos (que alberga el fabricante de la solución) “sin los gastos de capital y los problemas que implica poseer y operar en uno propio”.