En España, y según datos del Instituto de la Empresa Familiar referentes a 2021, casi el 90% de las empresas son familiares. Y suponen más de la mitad de la riqueza que genera el sector privado en este país, así como dos tercios del empleo.
El gran problema de estas compañías, que muchas veces son fruto del carácter aventurero y del esfuerzo durante muchos años de un emprendedor, está en prologar su existencia cuando el fundador se jubila. Los datos indican que sólo algo más de una cuarta parte de las compañías familiares sobrevive en la segunda generación y sólo un 15% llega a la tercera generación. Se cumple el triste dicho de que “el abuelo la funda, los hijos la debilitan y los nietos la entierran”.
En el sector tecnológico, son también muchas las compañías que se tienen que enfrentar al relevo en la dirección. Son firmas que fueron fundadas en los años 70 u 80 del siglo pasado, cuando la informática empezaba a popularizarse, y que hoy están en la tesitura de prolongar su existencia más allá de la retirada de sus fundadores.
El relevo generacional en la dirección no es un proceso sencillo. Y más en una industria tan cambiante y exigente como la de la informática. Requiere tener las cosas claras, además de mucha planificación. Pero hay casos de éxito. Uno de ellos es el de Compusof, partner histórico de HP y HPE, que en 2022 facturó 61 millones de euros, emplea a más de 500 profesionales y cuenta también con oficina y negocio en México.
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Una preparación casi desde la cuna
Compusof fue fundada por Moisés Camarero padre en 1982, y siempre tuvieron en mente cómo iba a ser el relevo en la dirección. “Desde que empecé a estudiar, siempre tuve claro que yo iba a suceder a mi padre”, recuerda Moisés Camarero junior, ahora consejero delegado. El directivo estudió Ingeniería de Telecomunicaciones e hizo un MBA, opciones muy canónicas si en lo que se piensa es en dirigir una compañía tecnológica.
Además, trabajo en Latinoamérica, donde Compusof tiene negocio, y pasó por dos multinacionales del sector (HP y EMC). Es decir, Moisés Camarero hijo tocó todos los palos del negocio antes de asumir la mayor responsabilidad en la empresa. “Lo mío fue una preparación desde que tengo uso de razón”, admite. “En la mesa, en casa, sólo se hablaba de HP, y yo con 10 años ya conocía a todo el mundo en la compañía”, bromea.
Relevo generacional en plena crisis
El relevo generacional en Compusof se produjo en plena crisis financiera, en 2008. “Durante unos años trabajé en paralelo con mi padre. Él iba dejando tareas y yo las iba asumiendo poco a poco”. Camarero además se sorprendió en aquellos momentos porque pensaba que a su progenitor le iba a costar mucho desprenderse de responsabilidades que había asumido durante décadas, y no fue el caso. “No le costó nada dejarlo”, rememora.
En la mesa, en casa, sólo se hablaba de HP, y yo con 10 años ya conocía a todo el mundo en la compañía
Padre e hijo coincidieron dos años en la dirección de la compañía. Ahora, Moisés Camarero junior presume de que el relevo generacional en Compusof ha sido un éxito porque “no se notó nada”. “Yo estaba muy adaptado a la forma de trabajar de Compusof. Y que nos llamáramos igual también ayudó mucho”, asegura jocoso.
Delegar y procesos claros para asegurar el relevo generacional
Camarero recuerda que en España hay muy pocas empresas familiares que sobrevivan a su fundador (sólo una de cada cuatro). “Esto pasa porque están basadas en la personalidad de su líder y no tienen metodologías que van más allá. Cuando falta esa persona con una fuerza arrolladora, la empresa se diluye”.
Por eso, Camarero se ha propuesto en estos años hacer descansar la operativa en personas capaces y en procesos ordenados y claros. “Es fundamental que las personas sean intercambiables, que las responsabilidades estén por escrito y que se midan los resultados”. Para Camarero, es importante que la dirección sea lo más profesional posible, y eso supone saber delegar y evitar al máximo los personalismos.
“En muchas familias existe la ilusión de que la empresa continúe bajo el mando de un miembro de esa familia. De hecho, hay multinacionales que siguen siendo familiares, como Acciona [participada mayoritariamente por la familia Entrecanales]. Pero yo creo que siempre el líder tiene que ser el mejor posible, y si encima es de la familia, pues mejor”, explica.
Es fundamental que las personas sean intercambiables, que las responsabilidades estén por escrito y que se midan los resultados
Por eso, en caso de que haya relaciones complicadas a nivel de herederos, Moisés Camarero recomienda a apoyarse en expertos. O hacer un protocolo para determinar en qué aspectos puede intervenir la familia y en cuáles no. En otras palabras, Camarero ve bien que la empresa familiar recurra a una gestión profesional y extrafamiliar si la situación no es óptima, y que los miembros del clan sólo entren en el reparto de beneficios.
Él recomienda también que, si el traspaso de poderes se complica mucho, se valore la venta de la compañía. “En el canal hay muchos ejemplos de gestores extraordinarios que no han tenido relevo y se han integrado en multinacionales. En algunos casos, el hijo ha fundado una empresa por su parte y la del padre ha sido vendida a terceros”.
La falta de relevo generacional es un problema para los fabricantes
Camarero dice que la falta de relevo generacional en el canal también es un trastorno para los propios fabricantes. “Tener un partner local con el que se puede hablar fácilmente, que es flexible y que tiene buenos servicios, es un activo importante. Y el problema es que cada vez hay menos de estas compañías”.
En el canal hay muchos ejemplos de gestores extraordinarios que no han tenido relevo y se han integrado en multinacionales
¿Qué hay de la tercera generación en Compusof? Por el momento parece un tema lejano, habida cuenta que Camarero junior todavía está en la cuarentena y su descendencia tiene ahora otros intereses. “Mi hijo tiene siete años, y quiere ser futbolista. Sólo piensa ahora mismo en jugar al fútbol”. Él cree que tiene muchos años de dirección por delante y quiere aprovecharlos. “Un trabajo así tiene sus sinsabores, y no te olvidas de todo a partir de las 6 de la tarde, pero me encanta lo que hago”. “Me parece el mejor trabajo del mundo”, zanja Camarero.