A pesar de que 2008 fue un año malo para la venta de impresoras y de que la tendencia no ha cambiado durante el primer trimestre de 2009, Oki cerró su último ejercicio fiscal (de abril a marzo) con unos ingresos en España de 235,9 millones de euros, un 13,2% más que en el periodo contable precedente. También salvó los muebles Oki en el capítulo de la rentabilidad. Y es que el equipo que comanda Javier Toledo fue capaz de apretarse el cinturón y ajustar los procesos de tal manera que cerró su año fiscal con 9,94 millones de euros de beneficio operativo, un 6,7% más.
Sin embargo, Toledo ve un panorama muy lúgubre para los próximos meses y asegura que “se daría con un canto en los dientes” si pudiera cerrar el próximo año con un nivel de ventas similar al del que acaba de concluir. Las dos grandes partidas del balance de Oki el pasado ejercicio fueron las impresoras (60% del total y un 9,6% de avance) y los televisores LCD (30% y un crecimiento del 7%). El área en el que no acaba de despegar la firma japonesa es el de telecomunicaciones. Y es que si bien ingresó por las ventas de su línea de centralitas IP el doble que en el ejercicio anterior, sigue suponiendo sólo un 2% de la facturación. Para Toledo, el desconocimiento de los clientes de las ventajas de esta tecnología y la inmadurez propia del mercado español están retrasando a Oki en este frente.
Para mantener su cuota de mercado durante los próximos 12 meses y adecuarse a los presupuestos a la baja de los usuarios finales, Toledo cree que es clave cambiar el chip y ver la impresión como un servicio, y no sólo como la venta de una máquina. En este sentido, destacó que el futuro pasa sí o sí por hacer ofertas de pago por uso o pago por copia. Asimismo, Oki potenciará su línea de equipos multifunción, extenderá las garantías de los equipos a tres años (la ley obliga a dar uno), que además incluirán soporte a domicilio.
Además, tanto su equipo comercial, como sus partners, intentarán convencer al cliente del ahorro de costes que supone una buena gestión del parque de impresoras y producir internamente en las empresas muchos documentos que ahora se sacan a imprenta y que son producidos con el tradicional offset. Un cálculo interno de Oki demuestra que si las empresas se aplicaran en este ámbito podrían ahorrar cada año más de 1.000 millones de euros.