Muchas compañías tienen dificultades para recopilar, procesar y almacenar datos relacionados con el negocio. Como resultado, acaban guardando información incorrecta, incompleta, desactualizada o duplicada. Generan millones de “datos sucios que acaban repercutiendo en la línea de rentabilidad. Según la firma española Hocelot, tecnológica especializada en la gestión de datos empresariales, la existencia del dirty data provoca cada año unas pérdidas de 321 millones de euros en este país.
El origen del dirty data es muy variado. Muchas veces aparece porque alguien se ha equivocado al introducir la información en el sistema. O porque los datos han quedado desfasados y nadie los ha actualizado. Un ejemplo: un cambio de domicilio de un cliente. O bien porque han sido falsificados con fines ilegales o delictivos en encuestas, formularios o solicitudes de prueba de un servicio.
Hocelot asegura que entre 2017 y 2019 la cantidad de dirty data creció un 57% en las bases de datos de las empresas españolas. También revela que el dato más falsificado es la edad, seguido por la localización y la dirección de e-mail.
Consecuencias para las compañías
Las consecuencias del dirty data para las compañías son graves. Tener datos verídicos y al día de los clientes es clave para perfilarlos y ofrecerles un producto personalizado. Y hoy muchas compañías organizan sus sistemas de información precisamente para dar con la oferta más ajustada a las necesidades de cada uno.
Pero si los datos no son fiables, las empresas corren el riesgo de crear servicios o productos que no interesan a nadie, organizar campañas de marketing desenfocadas desde un principio o hacer comunicaciones erróneas. Todo esto es tiempo y dinero, y finalmente irá a parar en forma de números rojos a la cuenta de resultados.
Pero hoy existen soluciones digitales y de analítica, basadas de algoritmos de inteligencia artificial que contienen cientos de variables, para verificar las bases de datos y limpiarlas. Hocelot, por ejemplo, ofrece soluciones como GeoCheck, que permite chequear direcciones. O IdCheck, que proporciona una correlación entre el par “nombre y apellidos” y un documento identificativo. Además, es un buen hábito que las empresas eviten pedir datos innecesarios o sensibles, que suelen ser los que más falsos levantan.