En los últimos 25 años el sector TI ha cambiado radicalmente. Y no precisamente para seguir igual, como en la máxima lampedusiana. Lo ha hecho al tiempo que la propia tecnología también modificaba la sociedad, el trabajo o las relaciones personales a través de avances como Internet, que a finales del siglo pasado todavía estaba despegando, la telefonía móvil, las redes sociales o la nube.
Además, todo indica que esta industria seguirá cambiando, y probablemente a un ritmo más acelerado del vivido hasta la fecha. Porque no son pocos los que proclaman que la revolución de la inteligencia artificial o, en el largo plazo, de la computación cuántica son disrupciones de consecuencias imprevisibles.
En el último cuarto de siglo la informática ha dejado de ser una cosa de frikis e iniciados y ha llegado, de una u otra forma, a casi todos los rincones del planeta. Primero con la popularización del PC, apoyada por el bum de Microsoft y de su Windows, y de los ordenadores clónicos. Y también con la eclosión de internet, que dejó de ser un servicio caro y muy limitado (los más viejos recordarán los primeros módems de marcación telefónica, con aquellos pitidos insufribles) y acabó siendo casi tan ubicuo como el aire que respiramos.
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Las redes sociales y la llegada de la banda ancha móvil
Más tarde, el desbordamiento y universalización de la tecnología fue a más con la llegada de las redes sociales, que convirtieron a miles de millones de personas no solo en consumidoras de contenidos, sino en generadoras del mismo (para beneficio de unas grandes compañías que desde un primer momento entendieron que, en un mundo de servicios “gratuitos”, el producto irremediablemente era el usuario).
En el último cuarto de siglo la informática ha dejado de ser una cosa de frikis e iniciados y ha llegado, de una u otra forma, a casi todos los rincones del planeta
Otro paso en esta universalización de lo digital fue la llegada del smartphone y la banda ancha móvil, sobre todo a partir de la salida del primer iPhone, de Apple, en 2007. Un avance que ha cambiado el modo en que trabajamos y nos movemos por el mundo, con muchas funcionalidades y potencia de computación en el bolsillo, pero que también nos ha hecho más ensimismados.
La eclosión del comercio electrónico o de la nube, y la obligada digitalización que impuso la pandemia de la Covid-19, son los últimos episodios importantes de esta gran transformación del sector TI que empezó en la última década del siglo pasado con la llegada a muchos hogares de aquellos ordenadores personales, tan caros, voluminosos y desconectados. Un camino que a partir de ahora tiene a la inteligencia artificial como protagonista. Y si no lo creen, pregúntenle directamente a ChatGPT.
Subidas y bajadas de la economía
Pero, a nivel empresarial y macroeconómico, la llegada de toda esta innovación no ha sido un proceso armonioso, sino lleno de trompicones, con momentos de aceleración y furor inversor, y con otros de parón e incluso retroceso. La industria TI, como otras, ha vivido en estas últimas dos décadas momentos de exagerado optimismo y también de derrota.
A finales del siglo pasado, creció a ritmos insostenibles gracias a fenómenos como el efecto 2000 o el bum de las puntocom, que sobrevaloró hasta lo inverosímil las empresas vinculadas a internet. Esa burbuja tecnológica explotó y llevó al Nasdaq a perder nada menos que un 75% de su valor, pasando en dos años de los 5.500 puntos a 1.300.
Pero no sería la única burbuja por llegar (y explotar). En la primera década del siglo XXI el sector también vivió la fiebre de la telefonía móvil, que se reflejó en los precios multimillonarios que las operadoras (muy sobrevaloradas por aquellos tiempos) pagaron a los Gobiernos por el derecho de uso del espectro radioeléctrico. Entre la primera y segunda década, el mundo tecnológico irremediablemente se congeló con la llegada de la Gran Recesión, consecuencia del estallido de la burbuja inmobiliaria con epicentro en Estados Unidos, y que a un país como España le afectó enormemente, por el elevado peso del ladrillo en las cuentas nacionales y de las familias.
Pasada la pesadilla de la crisis financiera, la industria tecnológica volvió a vivir un buen momento, aunque sin locuras. No obstante, ese avance armonioso se rompió con declaración de la pandemia de la Covid en la primavera de 2020. Pero, curiosamente, fue para bien. O para muy bien.
La crisis de la Covid benefició (y mucho) al sector TI
Si sectores económicos enteros como los del turismo, la hostelería o los transportes se hundieron por la limitación de movimientos de la población que impuso el Covid, el sector TI, contra todos los pronósticos, vivió días de vino y rosas. Miles de millones de personas en todo el mundo tenían que seguir trabajando y estudiando desde casa, y para ello hizo falta invertir mucho en tecnología: en hardware y equipos de conexión, pero también en software y plataformas para comunicar.
Las empresas tuvieron que reinventar su informática de un día para otro, y el ascenso desmedido de una aplicación de videoconferencia como Zoom fue el ejemplo más claro de este cambio. En tres años la compañía multiplicó por 10 sus ingresos. En cuanto a usuarios, a finales de 2019 tenía 10 millones en todo el mundo, y un año y medio más tarde alcanzaba 300 millones. La demanda de tecnología se desbocó y no pudo ser del todo satisfecha.
Si sectores enteros económicos enteros se hundieron por el Covid, el de la tecnología, contra todos los pronósticos, vivió días de vino y rosas
La industria TI sufrió, como otras, la escasez de suministro y los problemas logísticos globales. Estuvo a punto de morir de éxito. Además, el bum de la demanda de servicios tecnológicos llevó a muchas empresas a contrataciones no previstas de personal que, al cabo del tiempo, y con la vuelta a la normalidad tras la pandemia, han tenido su reverso en despidos masivos. El sector TIC todavía está reajustándose y volviendo a su tamaño de siempre, después de la expansión inesperada que propició la Covid.
Mucho movimiento de empresas en el sector TI
A nivel empresarial, todos estos episodios de subidas y bajadas del negocio, muchas veces repentinas y profundas, han supuesto un baile de nombres en la industria tecnológica. Aunque conviene decir que esta agitación no ha sido exclusiva del mundo TI. Y ha afectado a casi todos los sectores. De hecho, desde el año 2000 un 52% de las compañías del Fortune 500 se han fusionado, han sido compradas, han cerrado o han salido de la lista.
Hace 50 años la esperanza de vida de una compañía del Fortune 500 era alrededor de 75 años. Y en la actualidad no pasa de 15 años, y continúa bajando. El darwinismo empresarial también ha afectado a la industria tecnológica. Gigantes que a principios de este siglo parecían inamovibles sucumbieron en poco tiempo a las fuerzas del mercado, y otros proyectos que en principio no iban más allá del sueño de dos adolescentes se acabaron convirtiendo en multinacionales capaces de determinar el modo en que vivimos, trabajamos o nos divertimos.
¿Quién se acuerda hoy de Texas Instruments, que en 2001 estaba entre las mayores empresas de TI del mundo por facturación y hoy tiene una presencia bastante residual? Y, al contrario ¿quién habría podido decir que dos estudiantes de Stanford que a finales de los 90 trabajaban en su dormitorio universitario para crear un motor de búsqueda acabarían liderando Alphabet, una de las mayores compañías del mundo por capitalización bursátil?
Grandes nombres que se llevó el tiempo
Por otra parte, nombres y culturas empresariales como las de Digital, Compaq, Sun Microsystems, CA Technologies, Veritas, Nokia o Peoplesoft han pasado a la historia, triturados por el rodillo del tiempo y el afán de sus competidores de hacerse grandes borrando del mapa a sus oponentes.
El baile de empresas en el sector TI ha sido intenso y agitado. En 2001 la primera corporación por nivel de facturación era IBM. El “gigante azul” marcaba la pauta en el mundo de los grandes sistemas, pero también de la informática personal. Curiosamente Sony, que hoy está muy atrás en los rankings, era la segunda marca de tecnología por ventas. Y Panasonic (otra que está hoy muy relegada), la tercera. Por supuesto, gigantes de hoy como Amazon, Alphabet o Meta no existían o simplemente eran una pyme.
Culturas empresariales como las de Digital, Compaq, Sun, CA, Veritas, Nokia o Peoplesoft han pasado a la historia
Incluso Apple, que con los años se convertiría en la compañía tecnológica más valorada y admirada del mundo, luchaba por sobrevivir, con una cartera de producto que había perdido la magia de sus primeros tiempos, a la espera del revulsivo que supondría el iPod, su pequeño reproductor de audio digital.
El sector TI en la segunda década del siglo XXI
La situación había cambiado mucho una década más tarde. La misma Apple, ya con el iPhone seduciendo a cientos de millones de usuarios en todo el mundo, y a punto de lanzar la primera versión del iPad, disputaba a Samsung el primer puesto del ranking mundial de empresas de TI en 2011.
Microsoft, que con el paso de los años y sobre todo con la llegada de Satya Nadella al puesto de CEO se iba a convertir en una de las tecnológicas más dominantes del mundo, sólo era la octava compañía por facturación, quedando muy por debajo de HP o IBM, que todavía disfrutaban de una posición de predominio deudora de una trayectoria exitosa en el siglo XX. Ni siquiera Amazon había despegado y su facturación era menos de la mitad que la de HP o menos de un tercio de la Samsung.
Pero el cambio más drástico a nivel corporativo lo hemos visto en los últimos cinco o seis años. Un periodo en el que las grandes tecnológicas han seducido a los inversores globales y han crecido de forma tan contundente que se han convertido en las empresas más valiosas del mundo, desbancando a clásicos como las petroleras, los grandes bancos o gigantes con brazos en múltiples sectores como General Electric.
El sector TI está más de moda que nunca
Aquella Apple que no levantaba cabeza a finales de los años 90 es estos momentos, y con diferencia, la firma con mayor capitalización bursátil del mundo, con casi 2,5 billones de dólares de valor (el doble del PIB español). Completan las primeras posiciones de este ranking de “megamultinacionales” mimadas por la Bolsa firmas como Microsoft, Alphabet y Amazon, además de Meta (la propietaria de Facebook), que se ha desinflado últimamente, pero que sigue en este top10 bursátil a nivel global.
Son las denominadas GAFAM, en alusión a las iniciales de sus nombres, que en parte han llegado a la cúspide del mundo empresarial global por su capacidad para convertir en negocio los datos que tienen de sus clientes. Y que siguen seduciendo a clientes e inversores alrededor del mundo. Demostrando que la industria tecnológica, a pesar de tanta ida y venida, de tanto avance y retroceso, está más de moda que nunca.