La Unión Europea está apostando por impulsar el papel del continente en el escenario de las TI con el objetivo de reducir la brecha y paliar el desajuste entre la oferta y la demanda de semiconductores en EMEA que el pasado año registró un crecimiento en la demanda del 24,4%, situando así esta zona como la segunda de mayor crecimiento a nivel mundial. A través de esta estrategia la UE también reduciría la brecha con los Estados Unidos y Asia, las dos grandes potencias mundiales en la fabricación de chips.
La Ley de Chips aprobada el pasado mes de junio, tiene como objetivo invertir 42.000 millones de euros de fondos públicos y privados hasta 2030 para mejorar radicalmente el papel de Europa en la economía digital reforzando la producción de semiconductores. La Comisión pretende duplicar la cuota de producción mundial pasando del 10% al 20%. De los 42.000 millones de euros anunciados, 30.000 millones proceden de inversiones de los Estados miembros, los fondos NextGen EU, y de la financiación de Horizon Europe y Digital Europe.
“La fabricación de semiconductores en Europa se redujo en la última década derivándose hacia los países asiáticos”, explica Rudy Torrijos, IDC research manager, Enabling Technologies and Semiconductors. “El número de semiconductores por dispositivo aumenta cada año como consecuencia del proceso de trasformación digital en el entorno industrial. Si queremos mantener la participación de Europa en este mercado es obligatorio aumentar su inversión en la fabricación de los semiconductores en los próximos 10 años”.
Los países europeos tenían la opción de invertir en investigación de semiconductores a través del Proyecto de Interés Común Europeo (IPCEI) de 2018, pero pocos se sumaron a esta iniciativa. La Ley Europea de Chips va más allá y se centra en el verdadero foco del problema: la vulnerabilidad de la dependencia de la cadena de suministro a la tecnología externa.
“La Ley Europea de Chips es la primera política del lado de la oferta cuya intención es potenciar todo el mercado europeo, modificando las estrictas normas de competencia y antisubvenciones que caracterizan al mercado de la UE” declara Anielle Guedes, IDC senior research analyst for IDC’s European Customer Insights & Analysis group. Esta ley es una respuesta a la actual escasez, pero también está relacionada con los recientes movimientos de la UE para mejorar su soberanía digital y tecnológica en las próximas décadas. También aborda el ámbito de permisos y certificaciones, inversiones marco, acceso de las PYMES y medianas empresas a la financiación en innovación, puesta en marcha y expansión; y, lo más más crítico, instrumentos para anticipar futuros problemas en el suministro de semiconductores.
Si bien el momento es muy oportuno, los planes para aumentar la producción de microprocesadores en Europa tardarán en materializarse debido a los plazos y capital que requieren las fundiciones. Por ello, va a pasar mucho tiempo antes de vislumbrar el resultado. A esto se añade que una parte muy significativa de los fondos proviene de los estados y como tal están pendientes rondas de aprobaciones. No obstante, los proveedores tecnológicos no pueden permitirse el lujo de esperar hasta que se solucionen los desajustes entre la oferta y la demanda.
“Teniendo en cuenta la actual escasez de chips y su efecto mariposa a lo largo del tiempo, el enfoque “esperar y ver” no es la mejor estrategia para los proveedores y clientes de tecnología. Se necesitan acciones más proactivas, como adoptar cadenas de valor mundiales abiertas y acelerar la transición a soluciones independientes del hardware, y todas son urgentes”, continua Andrea Siviero, associate research director, IDC’s European Customer Insights & Analysis group.
Europa sigue siendo un imán geográfico para el desarrollo tecnológico por su tamaño de mercado, fuerza laboral altamente capacitada y tecnología avanzada para ampliar la industria de semiconductores a nivel paneuropeo. La UE también cuenta con una estructura de mercado única, gracias al Mercado Común, que le permite implementar cualquier cambio en todo el bloque”.
Finalmente, según Guedes, “existen desafíos de competencia por delante que la CE debe abordar mediante la promulgación de políticas adicionales o reajustando la Ley de Chips para mantener a flote las industrias críticas, cubrir los vacíos nacionales y garantizar las reglas antimonopolio. Sin duda, Europa sería más competitiva en el mercado de microprocesadores si afrontara la brecha de inversión para nuevas fábricas, la falta de talento cualificado en el diseño de microprocesadores y pudiera transferir sus capacidades de I+D de última generación a la producción a gran escala”.