Francisco Cazorla, director general y propietario del mayorista ARC, cree que el mercado está muy complicado y que por ahora no queda más remedio que ir sobreviviendo. El responsable de ARC, una compañía que depende sobremanera de HP, que sigue suponiendo más del 60% de su facturación, explica que la desmedida apuesta de este proveedor por la venta directa está haciendo mella en sus cuentas. Pero no es el único motivo de preocupación para Cazorla, que también está sufriendo una sangría con el desplome de los precios de los monitores TFT y de los portátiles. “El precio medio de los monitores ha caído hasta un 40% en el último año y pico. A eso hay que unir que ahora te puedes encontrar con portátiles por 600 euros”. Cazorla también se queja de que no ha habido una renovación masiva de CPU en las empresas, contrariamente a lo que los análisis de mercado llevan repitiendo desde hace unos trimestres. Aunque, según revela el directivo, los ingresos de ARC crecieron hasta agosto, momento del cierre del ejercicio fiscal de la compañía, un 20%, la cosa se ha puesto fea desde entonces. No obstante, para remontar el vuelo, el mayorista ha creado un grupo de trabajo dedicado a la comercialización de nuevas tecnologías que inciden en la convergencia. Reproductores portátiles de DVD para el coche, estilizados grabadores de DVD para el hogar, navegadores GPS y varios productos que hacen realidad la televisión digital terrestre son algunas de las nuevas propuestas en el catálogo de ARC.
Momentos difíciles
Los últimos cuatro meses de 2003 fueron realmente duros para ARC. El mayorista español vivió un calvario con la quiebra del grupo italiano OpenGate, en el que se había integrado dos años antes. Fueron tiempos de zozobra en los que muchos distribuidores tuvieron que acudir a otros mayoristas a comprar y los fabricantes retiraron sus líneas de crédito a la compañía de Francisco Cazorla, que en consecuencia tuvo muchas dificultades para mantener la confianza de los bancos. La repercusión en la actividad del mayorista fue clara, y entre septiembre y enero de 2004 perdió alrededor de un 30% de su negocio. A todo ello se unieron las pegas que puso el principal acreedor de ARC, la Banca Intesa, a la sazón uno los principales accionistas de OpenGate, para que el mayorista español buscara una fusión con otro partner europeo. Tras varios intentos frustrados de subasta entre septiembre y octubre de aquel año, finalmente era Francisco Cazorla, que había visto nacer la firma, quien volvía a hacerse con el control total. La situación al día de hoy se ha normalizado. ARC ingresó en su último año fiscal –culminado el 30 de agosto de 2005- 275 millones de euros, alrededor de un 20% más que en el ejercicio precedente, año en el que había tenido una caída del 8% como consecuencia de tanto desaguisado.
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