Casi la mitad de los distribuidores locales vende software ilegal

La consultora GfK, a instancias de BSA, visitó a principios de año 460 establecimientos para conocer el alcance del fraude en el canal informático.

Publicado el 29 Ago 2005

España es uno de los países europeos con mayor índice de piratería de software de Europa (43%), y el canal de distribución tampoco se salva de la quema. La BSA, la asociación de proveedores de programas que con más ahínco combate este mal, encargó hace unos meses un estudio [es el primero de este tipo que se hace] a la consultora GfK para saber exactamente el comportamiento de las resellers locales, y el panorama es desolador: un 41% de los establecimientos venden de forma fraudulenta. Asimismo, un 34% de los puntos de venta [fueron visitados por sorpresa 460, entre ellos distribuidores para la pyme y la gran cuenta] exclusivamente incluyen en su catálogo programas piratas. Mal asunto, toda vez que si el distribuidor, que es la referencia del usuario, es incapaz dar ejemplo, las cosas difícilmente cambiarán. Las averiguaciones de GfK, que se hicieron entre febrero y abril de este año, también revelan que el fraude es mucho mayor en el sur del país (Andalucía y parte de Extremadura), donde sobrepasa el 60%, que en el noreste y este (básicamente Cataluña, Levante y Zaragoza), donde ronda el 30%. En el centro (Madrid y las dos Castillas) se sitúa muy cerca de la media nacional. Sin embargo, el índice no varía sustancialmente en función de la ubicación de las tiendas (según estén en capitales de provincias o en núcleos de población más pequeños). Así, en las poblaciones de la periferia el fraude se eleva al 44%, mientras que las capitales está cuatro puntos por debajo.
Según la BSA, la distribución recurre al pirateo, que es especialmente sangrante en el ámbito de los sistemas operativos (Microsoft) y de los programas de diseño (Autodesk), para ganar artificialmente una ventaja competitiva. La organización se lamenta de que el software no constituya un elemento diferenciador en la oferta y simplemente se presente como un complemento al hardware, que es un segmento de producto que sufre mucho más la estrechez de los márgenes y donde el revendedor no tiene mucha oportunidad para desplegar servicios y formación. Para el revendedor, el software es simplemente un elemento de cambio y no la parte central del negocio, lo que significa que pierden peso los valores añadidos a la venta de programas (consultoría y adaptación a las necesidades del cliente) y la formación pertinente. A esto contribuye la propia naturaleza inmaterial y un tanto huidiza del software. Empeora esta situación el hecho de el canal tampoco escapa al desprecio que existe en España por los derechos de autor. En última instancia, se detecta incluso la existencia de muchos usuarios que desconocen que han adquirido máquinas con software ilegal y, en todo caso, se educa al público en general para que en el futuro no pague un euro por los programas que adquiere.
Emilio Quiroga, representante de Microsoft en la BSA, se lamenta de que el canal opte por entrar de lleno en la piratería, en vez de intentar cambiar un modelo de negocio que a medio y largo plazo está condenado a naufragar. Es un pan para hoy y hambre para mañana fruto de la escasa reflexión que sobre el modelo de negocio existe en la red de ventas. “Todos hemos evolucionado mucho en estos 20 años de nuevas tecnologías, pero la adquisición del software sigue como siempre”, dice con cierto pesimismo Quiroga. La asociación ha calculado que una reducción del índice general de fraude de 10 puntos conllevaría un crecimiento del negocio del software en España del 60%, lo que, sólo en impuestos, se traduciría en 500 millones de euros extra para Hacienda. Y es que solamente en 2004 la industria local dejó de ingresar por este mal 498 millones de euros. Luis Frutos, presidente del Comité BSA en España, reclama una movilización por parte del canal que opera ajeno al fraude, aunque reconoce que muchos no actúan para no ser considerados unos acusicas. Frutos reconoce que se está dando un “suicidio colectivo” en la distribución por evitar ser un chivato. Por otro lado, el responsable pide que el Ministerio de Cultura, organismo al que está adscrito el director del Plan Antipiratería del Gobierno, identifique de una manera más clara los problemas del sector informático. Aunque no tiene tanto bombo mediático y no ha trascendido debidamente a la opinión pública, el presidente de BSA cree que el fraude de programas de software es un problema cualitativa y cuantitativamente más importante que otras irregularidades como el pirateo de música o películas.

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