Hoy cuesta entender lo que pasó en el canal informático español durante 1998 y 1999, justamente cuando CHANNEL PARTNER veía la luz. Para ser más concretos, lo incomprensible es la frenética historia de ascenso y caída del mayorista estadounidense CHS, liderado por un directivo venezolano con pintas de galán de cine, Claudio Osorio. En 1998, CHS aterrizó en el mercado español exhibiendo billetera y dispuesto a comprarlo todo.
Sin embargo, las cosas se iban a torcer. Las primeras portadas de esta revista se dedicaron, un mes sí y otro también, a dar cobertura a este trepidante desembarco empresarial que acabó en fiasco. En muy poco tiempo, CHS quiso competir de tú a tú con gigantes como Ingram Micro y Tech Data, pero no pudo porque en el fondo tenía los pies de barro. Eso se vio luego. Pero vayamos a los hechos.
Después de meses de continuos rumores de compra, CHS hace el primer movimiento en abril de 1998 con la compra del mayorista francés Metrologie, que en España dirigía Antonio Herrero y que estaba muy centrado en el negocio de servidores. En ese momento también se produjo una compra clave en el mundo de la distribución y que sí tendría recorrido, la del mayorista alemán Computer 2000 por parte de Tech Data por la hoy ridícula cifra de 400 millones de euros.
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Ofertas para Paco Cazorla y Juan Fabre
Pero CHS y Claudio Osorio tenían planes muy ambiciosos y en los meses siguientes fueron tentando a los principales mayoristas locales y a sus gestores. El siguiente en recibir una oferta suculenta de Osorio fue Francisco Cazorla, el jefe de ARC. Osorio quiso por esos meses demostrar que el mercado español le importaba realmente e incluso se le vio por Madrid aquel verano haciendo de maestro de ceremonias en la presentación de un acuerdo comercial de la propia ARC con Microsoft.
Muy poco después, y todavía bajo los rigores veraniegos, CHS se cobraba otra pieza, el mayorista zaragozano Memory Set, liderado por otro histórico del sector, Juan Fabre. Para dar una idea de los negocios que se movían por aquellos años, hay que recordar que Memory Set cerró el año con unos ingresos de 21.000 millones de pesetas de la época, o 125 millones de euros.
Pero a partir de octubre, y una vez pasados los calores, la realidad y los mercados hicieron saltar las costuras al ambicioso proyecto de CHS para España y para Europa (conviene recordar que el gigante estadounidense también adquirió compañías en UK, Francia y en países del este). Aquel mes empezamos a oír rumores sobre la incapacidad financiera del gigante con pies de barro que había levantado el atildado Osorio. En este sentido, su hundimiento en Bolsa y las pérdidas de la compañía hicieron fracasar por esas fechas la adquisición del fabricante alemán de PC Vobis, por valor de 320 millones de dólares.
Llegó el batacazo bursátil
Pero todo se precipitó para Osorio y su equipo en la primavera de 1999, cuando saltó la noticia de que la dirección de CHS estaba considerando vender la compañía. Las pérdidas y el batacazo de su cotización bursátil (en un año había perdido nada menos que el 80% de su valor) estaban detrás de esta drástica medida. A partir de ahí empezaron los despidos y las ventas de activos. Y, cómo no, la cancelación de los contratos de compra que durante el año anterior habían puesto patas arriba el canal informática español.
En septiembre, Juan Fabre reconocía que la venta de Memory Set no iba a tener lugar. Y un mes más tarde, tanto Memory como ARC rompían definitivamente el acuerdo con el gigante estadounidense. El esperado inversor que debía dar oxígeno financiero a CHS nunca llegó. A CHS y a Osorio se lo comieron las deudas y las pérdidas, pero sobre todo la excesiva ambición que plasmó en una política de compras para la que no había recursos suficientes en la organización ni inversores que la avalaran.
Los mayoristas españoles que entraron en la órbita de CHS finalmente acabaron vendiendo su negocio a terceros, pero tuvieron que esperar algunos años. El vendaval Osorio y la frustración que creó impuso la cautela durante mucho tiempo en el mercado nacional. Osorio, que en su momento recibió galardones como “empresario del año en Estados Unidos” acabó mal: vio cómo CHS se declaraba en bancarrota en el año 2000 y terminó con condena de cárcel por un fraude inmobiliario de dimensiones gigantescas relacionado con la construcción de casas baratas en países en desarrollo, y en el que estuvo involucrado incluso el exgobernador de Florida, Jef Bush.