Asentada en el segmento de consumo (sobre todo por la mayor demanda de memoria para smartphones y tabletas), la tecnología Flash en almacenamiento es una tendencia real en el ámbito corporativo. Los actores del sector así lo afirman e incluso algunos aseguran que nos encontramos en el punto de inflexión de una nueva era donde los sistemas puramente flash serán protagonistas y donde a medio plazo todas las empresas van a contar con ellos en mayor o menor proporción.
Es más, pronostican que cada vez más cargas de trabajo irán derivando hacia ellos hasta convertirse en clave para la industria. Sin embargo, según parece, por ahora su desarrollo no va a limitar el negocio de los procedimientos tradicionales, puesto que la mayor parte del mercado va seguir estando representada por el storage convencional. Eso sí, habrá modelos híbridos –ya los hay, dicho sea de paso- que recurran a este tipo de memoria para un porcentaje de los datos albergados (información crítica), intentando buscar así el equilibrio entre rendimiento y coste.
Con el tiempo, las previsiones son que Flash crezca y que vaya ganando cuota aunque para ello tendrán que disminuir los precios. Entonces podrá ser una realidad en todo tipo de entornos, y no sólo en los segmentos medios y altos, -o sea, en escenarios en los que se demanda bastante rendimiento-, donde ha encontrado su hueco actualmente. De hecho, la tecnología está incorporada en la oferta de la mayoría de los proveedores, pero como un componente más, no el único. En los últimos años –meses en ciertos casos- lo que hemos visto ha sido que los fabricantes han empezado a dar el salto y a anunciar a bombo y platillo que o bien cuentan en su catálogo o bien tendrán en breve all-flash-array, es decir, “todo flash” como único mecanismo de sus soluciones.
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