Estamos en un momento en que el director financiero vuelve a revisar con lupa las ya de por sí escasas inversiones que le propone el jefe informático. La solución que muchos están viendo pasa por transformar el hardware y el software en una utility, es decir, en un servicio como puede ser la electricidad o el teléfono móvil, que forman parte de nuestra vida cotidiana y a los que accedemos a través de una red y que incluye un pago que se realiza en función del consumo realizado. La filosofía del on-demanda computing (informática bajo demanda), como se ha dado en llamar a este movimiento, es que haya determinadas empresas encargadas de responder a las necesidades del mercado en tiempo real sin que el cliente tenga, para ello, que comprar, instalar, almacenar y gestionar sus recursos tecnológicos. La idea deriva directamente del concepto de externalización o outsourcing, algo que ya lleva unos años implantándose y que puede llegar a englobar todos los procesos susceptibles de ser informatizados en una empresa.
Al igual que ocurre con el resto de servicios públicos (utilities), IBM plantea acceder a los servicios TI a través de una red, Internet, que es, según la empresa, el canal idóneo para controlar y dirigir la información desde y hacia la empresa en función de sus necesidades.
Bajo este planteamiento nace el e-business bajo demanda, “un nuevo modelo de negocio basado en la flexibilidad que deben tener las empresas para hacer frente a los cambios que deben enfrentarse en su campo”, indica Victoria Celaá y Castro, responsable de marketing de los Servicios de Externalización de IBM. El e-business bajo demanda es una evolución del outsourcing que afecta a aquellos servicios que son más susceptibles de empaquetarse en una oferta estándar y que por tanto presentan menos requisitos de personalización e integración. Bajo este modelo, IBM ofrece a sus clientes soluciones completas que incluyen el suministro como si fuera un servicio tanto de infraestructura tecnológica -almacenamiento, redes o entornos de Internet- como de procesos -business intelligence, CRM, e-learning, e-commerce-. En opinión de Celaá y Castro, “para adoptar este modelo, la empresa debe analizar cómo está haciendo las cosas internamente. Esto supone que tanto los procesos internos como los externos -con proveedores y clientes- funcionan de forma integrada. Lo que hace IBM es analizar junto con la empresa cuál es el mejor escenario y, a partir de ahí, buscar el mejor modelo tecnológico”, completa. IBM está apostando claramente por este mercado que, según los analistas, tiene un valor potencial en todo el mundo de 55.000 millones de dólares. De hecho, esta estrategia está suponiendo una inversión de más de 10.000 millones de dólares y la creación de una nueva organización dentro de la propia IBM y de centros especializados, además de la configuración de servicios de consultoría específicos para éste área.
En nuestro país, IBM ha suscrito un contrato con Telefónica Data España que va a suponer un impulso a esta actividad. Ambas compañías estudiarán el desarrollo de una gama de servicios de próxima generación a través de la Red.
Con algo menos de ambición, y centrándose en el aspecto de la infrautilización de recursos, Hewlett-Packard tiene en el mercado una solución que equipara la gestión de las infraestructuras a una utility. Esta solución aporta a las empresas la capacidad de desplegar nuevas aplicaciones y servicios con rapidez, activando nuevos clientes con mayor celeridad y estableciendo una facturación y un cobro más flexibles en función del uso de los recursos. Se trata del Utility Data Center (UDC).
El propósito básico de esta solución es considerar los Centros de Datos (CPD) como un servicio público, es decir, los usuarios tienen disponible en todo momento la capacidad de TI que necesitan de acuerdo a unos valores previamente fijados, y, además, se puede facturar según el uso de dichos recursos, como ocurre igualmente con el gas, la electricidad, el teléfono o el agua. “HP anuncia el UDC a principios del año pasado tras tres años de trabajo con los centros de datos, la semilla para esta nueva solución”, indica José Pablo Gómez, responsable de marketing de sistemas Unix de HP. “Se trata de que el cliente disponga de una vía para poder usar la tecnología, lo que siempre requiere un agente que se haga cargo del outsourcing, que es quien realmente le suministrará el servicio”, indica. En este sentido, y a diferencia de IBM, no es directamente HP quien ofrece el producto, sino empresas intermediarias como Accenture o EDS. “La diferencia entre la solución de HP y las de la competencia es la implantación. La solución de HP es un multisistema operativo, es decir, que no sólo vende el UDC para ser usado con sus soluciones, sino sobre Linux, Windows, HP-UX y Solaris, y con la posibilidad de ampliarlo en el futuro. Asimismo, en almacenamiento soportamos los principales actores, como Hitachi”, explica Gomez. El Utility Data Center de HP es en definitiva una solución que engloba hardware, software y servicios con el fin de mejorar la utilización de activos de TI, disminuir los riesgos asociados a la provisión manual de las infraestructuras de TI y eliminar las configuraciones físicas de los centros de datos, permitiendo, al mismo tiempo, que las necesidades de los usuarios de TI puedan cubrirse de una forma sencilla y rápida. Entre los clientes potenciales del UDC están las compañías de telecomunicaciones y servicios financieros, los proveedores de servicios tecnológicos (ISP) o los proveedores de servicios de aplicaciones (ASP). “Uno de los principales problemas a la hora de enfrentarse a este tipo de soluciones son los costes de administración que tiene el data center. Con la automatización de los procesos se reduce el coste y es posible comercializarlo al cliente final a un precio mucho más reducido”, explica Gómez. Además, el responsable explica que UDC es sobre todo interesante para la gran cuenta, pues a la pyme no le sale a cuenta contratar los servicios completos.
En Sun también suena el término de informática bajo demanda, aunque la firma de Scott McNealy se centra específicamente en la capacidad de proceso. En este sentido Sun ha lanzado recientemente Capacity on Demand 2.0 (COD 2.0), una opción informática de “pago por utilización” pensada para reducir los costes por adquisición de sistemas a la vez que aumenta la escalabilidad y la flexibilidad de los centros de datos. El sistema se aplica a la comercialización de sistemas Sun Fire de gama media y alta configurados para escalar (un procesador cada vez) a medida que aumenta la demanda de los usuarios. Es decir, las máquinas se entregan con los procesadores de más que el usuario requiera, aunque inactivos, de manera que cuando surjan picos de trabajo que exijan una capacidad de proceso por encima de las habituales, el cliente puede inmediatamente utilizar la reserva de potencia. El coste de este exceso de potencia es mínimo y supone para la empresa no tener que esperar la entrega de un nuevo procesador. Eso sí, la primera vez que se echa mano de esta potencia de reserva hay que pagar a Sun la licencia de uso del (los) procesador(es). Eso sí, al precio en que costaban en el momento de la adquisición de la máquina completa. “Con esta nueva opción de ‘capacidad bajo demanda’, los responsables de los centros de proceso de datos pueden hacer frente a necesidades inmediatas de capacidad de proceso no planificadas. Este nuevo modelo de compra será también una herramienta muy útil para el despliegue de centros de contingencia, pues permite pagar por los recursos sólo en el caso de que estos se tengan que utilizar”, explica Pedro Montarelo, responsable de servidores en Sun Ibérica. A medio plazo la empresa tiene la intención de llegar a un modelo de pago por uso de esta capacidad extra, es decir, que el cliente no tenga que acabar comprándola, sino que pague exclusivamente por el tiempo que necesite la capacidad de proceso adicional hasta que se solucione su pico.
“Cualquier tipo de servicio que ponga a disposición de una empresa un modelo tecnológico sin necesidad de fuertes inversiones es interesante, sean grandes o pequeñas. Y eso ocurrirá en la medida en que todas las empresas sean capaces de ofrecer servicios más estándar y competitivos”, indica Victoria Celaá de Castro, de IBM. A pesar de esta afirmación, lo cierto es que a la popularización de los servicios de computing on-demand todavía le queda tiempo para llegar, sobre todo a las pymes. “Al cliente final lo que le decimos es no se compre los sistemas, sino que sea claro sobre sus necesidades para que nosotros dispongamos el soporte necesario para cubrirlas. Lo único que tendrá que hacer es instalar su aplicación y nosotros le cobraremos por unidades de CPU, ancho de banda, etc.”, indica José Pablo Gómez, de HP. He aquí donde puede surgir una oportunidad para aquel canal que, eso sí, reconvierta su viejo negocio basado en el movimiento de cajas en uno que tenga como piedra angular los servicios de última generación. Sea como fuere, los beneficios en términos de costes del on-demand computing son tan altos que, a pesar de su carácter incipiente, se trata de una tendencia que ha venido para quedarse definitivamente.