A finales del año pasado, Microsoft abonó a la Agencia Tributaria casi 12 millones de euros después de perder un pleito con Hacienda relacionado con el impuesto de sociedades de los años 2004 y 2005. Según apunta el diario Cinco Días, la filial ibérica de Microsoft pagó en diciembre exactamente 11,9 millones de euros para liquidar este impuesto. En mayo del año pasado, Microsoft había preparado un recurso ante el Supremo, pero que finalmente no fue admitido a trámite.
Pero no es el único asunto pendiente de Microsoft con la Hacienda española a cuenta del pago del impuesto de sociedades. Y es que Microsoft está intentando alcanzar un acuerdo amistoso con las autoridades nacionales por este impuesto correspondiente a los años 2007, 2008 y 2009. Sobre este particular, la compañía, según Cinco Días, había recibido en 2015 los términos de un acuerdo para zanjar su deuda, por valor de 18,66 millones de euros. Sin embargo, la empresa interpuso una reclamación que al final no se ha tramitado por haberse iniciado el proceso amistoso.
En las cuentas remitidas al Registro Mercantil por Microsoft Ibérica, y que van del 1 de julio de 2017 al 30 de junio de 2018, la compañía reporta una cifra de negocio de 217,4 millones de euros, un 15,7% más que en el ejercicio precedente. En el último año contable, el beneficio neto de Microsoft Ibérica se quedó en 1,3 millones de euros, un 88% menos que en 2017, debido a la provisión realizada para pagar el impuesto de sociedades pendiente. Además, para el año 2019, Microsoft prevé elevar su cifra de negocio local en un 15%.
Microsoft señala en sus cuentas que desde abril del año pasado, justo cuando perdió el pleito con Hacienda, ha cambiado el modelo comercial y ahora su negocio principal incluye la distribución de software y hardware “bajo un modelo de distribución de riesgo limitado”. En todo caso, la filial ibérica de Microsoft sigue manteniendo un vínculo muy estrecho con la subsidiaria irlandesa, concretamente con la entidad Microsoft Ireland Operations Limited. Esta división es la que vende a Microsoft Ibérica productos y servicios que luego son comercializados en España. Más tarde, la filial española paga a la irlandesa por los servicios que recibe, como generales y administrativos o de apoyo a clientes y de soporte.
