En el último año y pico los ordenadores de bolsillo han experimentado un avance sólo explicable por la inquietud de los usuarios de encontrar respuesta a sus necesidades de portabilidad. En este nuevo campo los verdaderos protagonistas son los PDA (Personal Digital Assistant) o hand helds, cuyas funciones van mucho más allá de las de una mera agenda electrónica y que, sin llegar a ofrecer las mismas prestaciones que un portátil, permiten realizar muchas de sus funciones.
Editar textos, trabajar con bases de datos, reproducir películas, ver fotografías, enviar y recibir correo electrónico o navegar por la Web, además de conectarse a un ordenador para instalar nuevas aplicaciones o realizar copias de seguridad, son algunas de las funciones que realizan estos ordenadores de bolsillo.
A pesar de que parece ser un mercado reciente, lo cierto es que el origen de los PDA se remonta a casi ocho años atrás, cuando Apple presentó el Newton, un invento que disponía de muchas de las funcionalidades que hoy en día los fabricantes venden como gran novedad un sistema portátil capaz de integrarse con un ordenador de sobremesa y dotado de suficientes aplicaciones como para satisfacer las necesidades de tratamiento de la información de los usuarios. Como ya le había ocurrido en otras ocasiones a la compañía de la manzana multicolor, el adelantarse a su tiempo le costó el fracaso, puesto que el precio de estos aparatitos -más de 1.000 dólares, unas 190.000 pesetas- los dejaban fuera del alcance de la mayoría. Aún así este pequeño ordenador sentó el precedente en lo que a reconocimiento de la escritura manual y filosofía general de un PDA se refiere.
Tampoco conviene olvidar la aparición hace casi seis años del Palm Pilot, que puede considerarse como el primer gran éxito comercial dentro del mundo de los ordenadores de bolsillo. Hoy en día, tras la desaparición de Psion como fabricante de dispositivos portátiles de bolsillo, la guerra de los handhelds tiene dos frentes claros la de los aparatos basados en Palm OS y la de los que usan la variante de Windows CE -versión para equipos portátiles del sistema operativo de Microsoft- llamada Pocket PC.
Las posibilidades de los PDA son tan amplias que pueden satisfacer a usuarios de casi cualquier tipo, siempre que la necesidad de moverse con el sistema encima sea prioritaria. Los fabricantes son conscientes de esto y a medida que las ventas se han ido incrementando han ido diversificando su gama de productos para atender los más diversos perfiles, como en su día ocurrió con las hoy vetustas agendas electrónicas.
Aunque sus inicios en este mercado fueron más bien discretos, Microsoft es consciente de las nuevas necesidades y, siguiendo con su política de Windows everywhere (Windows en todas partes), no podía dejar escapar una nueva oportunidad para seguir expandiendo su hegemonía. Así, creo dos tipos de dispositivos palm-size y handheld, pero la voracidad de recursos de este sistema operativo hizo que el éxito en el mercado fuera discreto y que fabricantes como Philips, Everex y LG abandonaran el mercado.
La respuesta llegó con Pocket PC, lanzado por Microsoft después el verano de 2000 para acallar las críticas de usuarios y empresas, que subrayaban que Windows CE no era una plataforma PDA sencilla de utilizar, a pesar de contar con el popular interfaz gráfico de sus primos de sobremesa. Al parecer, la mayor parte de los problemas de Win CE aparecieron precisamente por querer imitar demasiado el comportamiento de los escritorios de PC, sin tener en cuenta las necesidades de los usuarios en sus desplazamientos. Las anteriores versiones de este sistema operativo eran muy inestables y consumían demasiados recursos, por lo que necesitaban un procesador muy rápido y una gran cantidad de memoria -basta decir que, en el mundo Palm, con 8 Mb de memoria es posible hacer de todo, y en Psion, con 16, maravillas. Lo habitual en los Pocket PC es necesitar un mínimo de 32 Mb.
Pocket PC fue respaldada por fabricantes de la talla de Hewlett-Packard, Compaq y Casio, que apostaron porque, como explica José María de la Torre, director de la división de PC de Compaq en España, la incorporación de ordenadores de bolsillo compatibles con estas especificaciones marca un antes y un después, conjugando aplicaciones multimedia, navegación por Internet y aplicaciones ofimáticas, entre otras cosas .
Pocket PC 2002 es la nueva versión del sistema operativo Pocket PC que Microsoft licencia a diversos fabricantes de ordenadores de bolsillo. No se trata de un sistema operativo completamente renovado, sino una serie de mejoras sobre el anterior, algo así como el equivalente al paso entre Windows 95 y 98 en un ordenador personal. Cambia el nombre por ser una nueva edición, se corrigen fallos, se añaden pequeñas aplicaciones y modificaciones y se hace más agradable para la experiencia del usuario.
Conviene dejar clara que existe una distinción entre Pocket PC y Windows CE. Tal y como Microsoft ha concebido el desarrollo de sistemas operativos para dispositivos móviles, habría que definir claramente Windows CE como la base sobre la cual se construyen las diferentes versiones para diferentes dispositivos.
Llegados a este punto es mucho más sencillo entender cómo Pocket PC 2002 no es una versión nueva de Windows CE, ni mucho menos, sino una versión renovada de su derivado Pocket PC 2000. La nueva versión de Windows CE, la 4.0, llamada en la fase beta Talisker, tendrá su propio derivado para PDA, para móviles, para hand helds, para coches y otros posibles dispositivos.
Hasta la llegada de la versión 2002 de Pocket PC la disponibilidad en nuestro mercado de PDAs basadas en esta plataforma se reducía básicamente a tres marcas Compaq, Hewlett-Packard y Casio. Especial mención merecen los iPaq de la primera, que, de lejos, son los Pocket PC más vendidos tanto en nuestro mercado como en el mundo. De hecho, aunque no hay confirmación oficial sobre ello, la plataforma tecnológica que utilizan estos productos es la que se ha generalizado en los productos que incorporan la versión 2002 de Pocket PC, es decir, básicamente el procesador Intel ARM. Esta normalización es importante, puesto que la unificación de arquitectura evita que los desarrolladores de aplicaciones deban, como ocurría hasta ahora, desarrollar compilaciones diferentes para cada uno de los procesadores que había hasta ahora en el mercado -básicamente tres, los de las compañías citadas-.
La nueva ola de Pocket PC incorpora más memoria (normalmente 64 Mb), procesador a 206 MHz -aunque Intel ya ha anunciado que para el año que viene estarán disponibles versiones a nada menos que 450 MHz y que poco más de un año después se llegará a los 1.000, lo que da una idea de las posibilidades de estos aparatitos-, pantallas en color y posibilidad de expansión, bien a través de conectores propios -como hacen los iPaq con sus chaquetas- o utilizando tecnologías estándar como la CompactFlash -existente en los Jornada de HP-, que aunque es más conocida por las tarjetas de memoria, permite otro tipo de dispositivos, como cámaras, modems e incluso accesorios de telefonía -tan apreciados entre los usuarios con gran movilidad-.
La verdadera revolución de Pocket PC 2002 no viene, pues, por la radicalidad de sus novedades, sino por llegar en un momento clave para el mercado y arropado por un considerable número de fabricantes de dispositivos y por un creciente interés en el mercado, derivado, en gran medida, por la inercia de cualquier actuación del mayor fabricante de software del planeta.
A los ya tradicionales HP, Compaq y Casio, se han unido Toshiba, Samsung, Acer y muchos más, creando una oferta más que jugosa que pone las cosas difíciles a la plataforma competidora Palm OS. La entrada de estas grandes firmas no sólo es una respuesta a la demanda del mercado, sino la búsqueda de una nueva línea de negocio que les permita seguir equilibrando sus cuentas en un momento en que el margen de beneficio por la venta de ordenadores personales es mínimo y las propias ventas de informática personal penden de un hilo como consecuencia de la debilidad en la demanda, la crisis por la que atraviesa el sector tecnológico y los atentados del 11 de septiembre.
Sin duda alguna, y a pesar del momentáneo letargo, los ordenadores de bolsillo no han hecho más que iniciar su andadura y tienen ante sí un futuro más que prometedor. Cuando la convergencia con el mundo de la telefonía móvil sea definitiva, los cada vez mayores argumentos de venta de estos seguramente serán definitivos.