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¿Por qué la competitividad de la economía europea está en entredicho?



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Un informe de McKinsey detecta que hay una baja inversión en I+D, propiedad intelectual y equipos, y que el capital riesgo tiene un papel mucho más discreto que en EEUU. Además, señala barreras como los altos costes energéticos, la escasez de talento y la regulación empresarial y del mercado laboral

Publicado el 11 jul 2024



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Europa se encuentra en una encrucijada crucial en su competitividad, enfrentando desafíos que abarcan desde la crisis energética hasta la carrera por el liderazgo en inteligencia artificial y las políticas industriales en constante evolución. La posición competitiva de Europa está bajo amenaza a nivel global, según la consultora McKinsey, impactando no solo su trayectoria económica sino también su calidad de vida y autonomía estratégica.

En este sentido, un reciente análisis del McKinsey Global Institute (MGI) titulado ‘Inversión: El pulso de la competitividad europea’, revela que la inversión, tanto en investigación y desarrollo (I+D), como en capital humano y capital tangible, es fundamental para mantener y mejorar esta competitividad. El informe, que analiza la inversión basándose en datos de 3.000 grandes empresas, destaca que en 2022 las grandes corporaciones estadounidenses dedicaron aproximadamente 700.000 millones de euros más a gastos de capital e I+D que sus homólogas europeas.

El informe señala que la inversión estadounidense en propiedad intelectual (PI) y equipos duplica la europea per cápita. Esta significativa diferencia en el gasto pone de relieve la falta de competitividad de Europa en sectores clave. Una inversión insuficiente compromete la competitividad de Europa y, sin competitividad, la inversión no fluye. Para competir a nivel global, Europa debe duplicar sus inversiones más productivas, especialmente en el ámbito de la I+D, donde la innovación tecnológica juega un papel crítico, según el análisis.

Asimismo, la comparación con Estados Unidos no se detiene en la inversión en I+D. Los activos de capital riesgo gestionados en Europa equivalen a sólo una cuarta parte del total estadounidense. Esta disparidad subraya un problema estructural que Europa debe abordar con urgencia. La inversión representa entre el 70% y el 80% del crecimiento en productividad, y la falta de inversión coloca a Europa en una posición de desventaja. Según el informe, Europa no puede permitirse perder industrias intensivas en capital ni dejar escapar el sector tecnológico, que demanda grandes inversiones. Para atraer más inversiones, es crucial reducir la brecha del 4% en la rentabilidad del capital invertido, aboga el análisis.

Barreras al desarrollo europeo

El análisis de McKinsey también identifica barreras clave que Europa debe superar para revitalizar su economía y mejorar su competitividad. Entre estas barreras se encuentran los altos costes energéticos, la escasez de talento y la regulación empresarial y del mercado laboral. La incertidumbre geoeconómica y macroeconómica también juega un papel crucial en la reticencia de los inversores.
Además del capital humano, la inversión en capital tangible es esencial para la competitividad europea. Esto incluye infraestructura, tecnología y equipos que pueden impulsar la productividad y eficiencia en diversos sectores. La inversión en activos tangibles, como infraestructura y tecnología, es fundamental para mantener el ritmo con otras economías avanzadas, ya que una inversión insuficiente compromete la capacidad de Europa para competir en un mercado global cada vez más exigente.

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