Muchas veces las empresas recurren a megainfluencers o estrellas de las redes sociales para promocionar sus productos o servicios. Sin embargo, para algunos se trata de un modelo de marketing agotado. Las celebrities han perdido credibilidad y autenticidad, y eso pasa factura cuando lo que se quiere es resultar cercano al cliente. Está la sospecha de que estas megafiguras compran followers a golpe de talonario, y también el hecho comprobable de que abusan de su presencia y agotan a sus seguidores con un exceso de campañas. Además, se han subido a la parra con las tarifas, de varios o muchos miles de euros por publicación.
Por todo ello, empiezan a resultar cada vez más interesantes los microinfluencers. Se trata de perfiles que no tienen tanta popularidad (10.000 o menos followers), pero que, al contrario de las estrellas de Internet, aportan cercanía, conocimiento de los temas y mantienen un dialogo constante con sus seguidores. También tienen un precio asequible: no de miles de euros por publicación, sino de 100 o 150 euros cada vez que publicitan una empresa.
Para elegir un buen “microembajador”, las empresas deben tener claro el perfil de sus fans en las redes sociales. Es probable, de hecho, que el mejor microinfluencer se encuentre entre los propios seguidores de la marca. También pueden buscar las empresas entre los expertos del sector, como blogueros de relevancia. Una vez encontrado, la compañía debe establecer un esquema de compensación claro con el influencer y enviarle muestras de productos para que genere contenidos alrededor de los mismos.
