Verne quiere estar entre los 10 primeros integradores de informática y comunicaciones del mercado español. Es decir, entre aquellos que superan los 300 millones de euros de facturación anual. Eso, si todo sale bien, será en 2024. En 2020 la compañía que dirige el italiano Gianni Cecchin, y que pertenece a su familia, tuvo unos ingresos totales de 165 millones y empleó a unos 2.000 profesionales, repartidos por la sede principal de Alicante, y por oficinas en Madrid, Barcelona y Valencia, y delegaciones en otras provincias y en países como Alemania, Marruecos y Portugal. Y este año, según adelanta el directivo, las ventas se situarán previsiblemente entre 190 y 200 millones.
El directivo dice que la expansión del Grupo Verne se asentará en el avance del negocio telco en Europa, sobre todo por el despliegue de redes de fibra óptica en el continente. Aunque también ayudará el asentamiento del 5G en España. Además, Verne se está viendo beneficiado en los últimos tiempos por la compra de otras empresas. Desde su desembarco en España, a principios de los años 90, el negocio de Verne en este país ha estado centrado en la venta de equipamiento de telecomunicaciones. Sin embargo, hace un año, la compañía empezó a apostar seriamente por la integración de soluciones informáticas con la creación de Verne Tech.
Esta división, que vende desde ciberseguridad a ERP, pasando por cloud, gestión del dato o incluso desarrollos de inteligencia artificial, surgió de la fusión de tres empresas: Base10, Azeta y SolidQ. Más tarde, la división de reforzó con Iseco, partner valenciano de Sage y Qlik. Para el primer año de existencia de Verne Tech, la previsión de Cecchin era llegar a los 20 millones de euros, y, por el momento, su equipo (de 250 personas) va camino incluso de superar esta cota. “No hacemos adquisiciones para ganar clientes, sino porque compartimos un proyecto de fondo. Hemos comprado compañías, pero nos hemos asegurado de que los fundadores de esas firmas seguirán con nosotros empujando el proyecto”, asegura Cecchin.
“Ya no estamos en la época de las empresas de un dueño único, sino que tenemos que estar abiertos a las colaboraciones y a sumar esfuerzos”, asegura Gianni Cecchin, CEO del Grupo Verne
Para el directivo italiano, el tamaño es muy importante, sobre todo en una economía globalizada. Aunque dice que el tejido productivo español y el canal de distribución local adolecen de no tener empresas potentes y con el músculo suficiente, sobre todo en un momento donde se necesitan profesionales a la última y donde los mercados son mundiales. “Ya no estamos en la época de las empresas de un dueño único, sino que tenemos que estar abiertos a las colaboraciones y a sumar esfuerzos”, asegura. Cecchin cree que precisamente la falta de tamaño en las empresas dificulta mucho su acceso al talento, que al final acaba en las multinacionales.
Frenos a la digitalización de la pyme
Cecchin participó en el evento de la patronal Ametic en Santander a principios de septiembre para hablar del estado de digitalización de la pyme española. El directivo cree que las pequeñas empresas españolas están en disposición de aprovechar las herramientas digitales porque pueden tomar decisiones rápidamente. Sin embargo, “la mentalidad” y “el miedo al cambio” son frenos importantes. “Tenemos que aprovechar la digitalización para hacer las cosas de otra manera”, recalca. Gianni Cecchin también echa de menos en los pequeños empresarios “una cultura del dato”. “Las decisiones se toman muchas veces por intuición y experiencia, pero no por los propios datos de evolución de la compañía. No se percibe como necesario tener datos y, en última instancia, digitalizar la empresa para tener esa información al día y tomar decisiones”.
“No hacemos adquisiciones para ganar clientes, sino porque compartimos un proyecto de fondo”, reconoce el directivo de Verne
Por último, el directivo italiano cree que es clave aprovechar los cuantiosos fondos de recuperación de la Unión Europea. Aunque tampoco está seguro de que la jugada vaya a salir bien. “Los fondos plantean planes a corto plazo, y un proceso de digitalización lleva mucho tiempo. Y, por otro lado, está el riesgo es que se vaya a repartir 3.000 euros a cada pyme. Por eso soy partidario de que sean menos empresas las que reciben ayudas, pero con un proyecto más consistente. Porque, además, no todas las pymes se quieren digitalizar”. También se queja de que el acceso a las ayudas sea un proceso “muy complejo”, con mucha “burocracia”.