Claves para contar con un buen integrador

Publicado el 09 Nov 2021

La proliferación de nuevas propuestas de TI y la creciente complejidad de infraestructuras, junto con nuevos modelos de entrega de productos y servicios, hace necesaria la intervención de una figura como la del integrador. Sin duda, uno de los partners más demandados por las empresas. Las preguntas que cualquier empresa que se topa de primeras con este perfil son: ¿a qué se dedica, qué hace y por qué es tan demandada esta figura en los tiempos que corren?

Muy sencillo: además de incorporar las soluciones tecnológicas que le ayuden a ganar en capacidad para lograr resultados de negocio, el integrador es clave para transformar sus procesos críticos de negocio en soluciones digitales que contribuyan a la consecución de sus objetivos de negocio.

El papel del integrador

De ahí su éxito en los últimos tiempos, pues el integrador es capaz de transformar la manera de trabajar de los empleados o de la propia empresa para agilizar procesos, mejorar productividad y ahorrar costes. O, lo que es lo mismo: si una empresa desea evolucionar hacia soluciones más transversales e integrales para manejar la información de sus negocios de una manera óptima, ha de contar con el concurso de un integrador.

En ello tiene mucho que ver la propia evolución del integrador, que es capaz de disponer de nuevas metodologías y herramientas que garantizan el éxito de sus proyectos —en especial, gracias a su progresiva profesionalización—; y de ayudar al cliente para estar preparado a la hora de abordar iniciativas que se traducirán en mejoras en eficiencia y productividad.

Sin olvidar que un buen integrador es capaz de hablar en términos de negocio para poner siempre las mejores soluciones en manos del cliente.

Siempre al lado de cliente

Pues si por algo destaca el integrador entre sus numerosas funciones y beneficios, es por acompañar al cliente en todo momento y en todas las fases de su negocio. Porque un buen integrador no sólo aporta la mejor solución para el cliente, sino que —y esto es, quizás, lo más importante— sabe implementarla. De ahí que aspectos como el soporte que le proporcione o los servicios gestionados que ponga a su disposición sean algunos de los puntos clave que distinguen al buen integrador.

Y, además de aportar la mejor solución, sabe cómo gestionarla de forma adecuada. Pues tan importante es elegir las soluciones y servicios idóneos para el negocio de la empresa, como saber implementarlos. De ahí que se valore tanto un integrador que destaque por su conocimiento experto tanto de tecnologías como del mercado.

Un “partner” fundamental

Contar al lado del cliente con un buen integrador como partner es sembrar para obtener una buena cosecha en el mercado. Por este detalle: el integrador habla en términos de negocio, y eso le faculta para comprender las necesidades del cliente y, de esta manera, poner en sus manos las soluciones adecuadas en cada momento.

Es decir: el integrador no es un habilitador más de tecnología, sino esa figura clave para que los negocios se adapten con éxito a las nuevas necesidades del mercado mediante las herramientas que permiten a la empresa avanzar en su negocio.

Nunca un coste, sino una inversión

Una frase que, de tanto repetirla, termina transformándose en la realidad que es. Pues el integrador, como conocedor del mercado que es, facilita un ahorro importante a su cliente a la hora de adquirir las soluciones que precisa para su negocio. Su gran baza es el conocimiento del mercado, algo por lo que cobra, por lo que ofrece sus servicios; que luego traslada a las soluciones que proporciona al cliente en función de sus necesidades. Conoce las que existen, cuál es la que más le conviene, lo que se traduce en una adquisición de la tecnología para el cliente a precios más bajos que si tuviera que hacerlo por su cuenta.

Su papel en la seguridad

Todos estos ingredientes luego hay que trasladarlos a un negocio concreto, como puede ser el de la seguridad. Y más en los tiempos que corren, con un incremento incesante de las amenazas. A modo de ejemplo, el ransomware se ha disparado desde 2019, con un crecimiento del 62%; siendo España el país que más correo malicioso recibió en 2020. Junto con otro dato que invita a la reflexión: las variantes de malware nunca vistas aumentan un 74% año tras año según diversos informes. De ahí la necesidad de diseñar una política de seguridad acorde con las necesidades de la empresa. Que le evite disgustos, sin más.

Y ahí emerge, una vez más, la figura del integrador, que es quien mejor conoce las carencias de la empresa, sus necesidades, sabiendo que la seguridad de los grandes retos a los que se enfrentan las empresas; que conoce las soluciones con las que trabaja, los proveedores con los que trata; que cuenta con las certificaciones que le facultan para utilizar los sistemas de la empresa de manera adecuada; y que cuenta con acceso a una gran cantidad de recursos.

Ingredientes suficientes como para diseñar el plan de seguridad concreto que requiere cada empresa; y para confiar el negocio en una figura que cuenta con todo lo necesario para hacer crecer el de la empresa hasta donde ella quiera… O pueda.

En consecuencia, el integrador es una figura capaz de solventar las necesidades de la empresa sea cual sea su negocio en todos los vectores de su negocio: ya sea la seguridad, sus comunicaciones, sus redes, sus herramientas de colaboración y de movilidad en un escenario como el actual, caracterizado por el trabajo híbrido.

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Eloi Sarsanedas

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