Crisis o la cultura del esfuerzo

Juan José Moneo, director general de Bechtle.

Publicado el 05 Ene 2012

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Comienza un nuevo año y es el momento de hacer balance del pasado, hacemos análisis para corregir errores ynos llenamos la boca con buenos propósitos para el futuro.
Las empresas hacen cambios organizativos, despiden empleados, contratan nuevos, se revisan acuerdos, se plantean otros nuevos, se evalúa a los partners, se analiza a los clientes, todo esto en un intervalo corto de tiempo. Se trata de mudar la piel, de renovarse, nada se destruye, se transforma y esta transformación produce una catarsis en empleados y ejecutivos.
En muchos casos, estos cambios alimentan la incertidumbre, aumentan las preocupaciones y las oportunidades se convierten en problemas. No obstante siempre tendremos la justificación perfecta para no afrontar los desafíos: la situación económica.
El precio de la deuda, la balanza de pagos, la calificación de Standard&Poor´s , crisis, paro, recesión… son términos que se repiten cada día en los medios de comunicación como si de una letanía se tratase y producen un contagio tal que no es raro oír este tipo de conversaciones en el metro, en el bar, en la panadería… antes todos éramos entrenadores de fútbol y ahora somos expertos en economía.
En mi opinión, todo esto no nos permite afrontar los retos con optimismo y aumenta la sensación de conformismo, “esto no depende de mí”. Parece como si nos moviésemos con soltura en el victimismo general sin pararnos a pensar en mejorar nuestro trabajo.
Afortunadamente, nuestro sector es uno de los menos castigados por la crisis, la mayoría de las compañías deberán seguir invirtiendo en tecnología si quieren ser competitivas, convergencia de infraestructuras, comunicaciones unificadas, seguridad, plataformas eprocurement, hogar digital, computación en la nube y un largo etcétera conforma algunas de las oportunidades que continúan vigentes.

Algunas compañías continuamos creciendo, apostando por la innovación, enfocando nuestra organización a los clientes para mejorar su productividad, impulsando los cambios que hacen de nuestro sector el referente del futuro. Una de las piezas fundamentales es la proactividad, se acabó que vengan a casa a ofrecernos trabajo, dudo de poder aprender inglés con 1.000 palabras y de adelgazar sentado cómodamente viendo la televisión, lo que toca ahora es trabajar duro, con esfuerzo, constancia y disciplina y, por supuesto, poniendo corazón y mente.
Me atrevo a decir que tenemos por delante un año excitante cargado de oportunidades que personalmente afronto con ilusión y optimismo, eso si, con permiso de los mayas y de Rajoy.

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