La primera aula invertida tuvo lugar en Colorado 10 años atrás por parte de dos profesores de química que querían pasar más tiempo con cada estudiante y desarrollar una mejor interacción en clase. Desde entonces, el concepto se ha vuelto popular en todo el mundo. “Disculpe, ¿puedo usar mi teléfono?”. Esta es una pregunta que los maestros oyen a menudo en clase. Los centros tienen claro que las políticas BYOD facilitan que cada uno pueda contribuir al esfuerzo del equipo y así aumentar su motivación e interés ante el curso. El profesor francés Christophe Le Guelvouit, por ejemplo, decidió promover la visualización de vídeos en smartphones. El plan de trabajo indicaba qué video debía verse para un tema en particular, lo que permite que cada estudiante avance a su propio ritmo o continuar desde casa.
La posibilidad de trabajar en un aula invertida puede mejorar significativamente la colaboración entre los estudiantes y cada día hay más soluciones tecnológicas que responden a esta tendencia. Los sistemas de presentación inalámbricos, por ejemplo, permiten conectar varios dispositivos móviles a la pantalla general del aula para compartir contenido y dirigir actividades de grupo.
Las reglas de las escuelas deben ser evaluadas y replanteadas, dando la oportunidad de implementar la filosofía de BYOD en las aulas. El smartphone resulta ser una herramienta de aprendizaje útil siempre que se lleve a cabo con su uso regulado por el profesor.
En este las aulas invertidas es donde la aplicación de las tecnologías colaborativas puede demostrar todo su potencial. Desde intercambio en tiempo real, interacción, compartir contenidos, discusiones desde los terminales móviles o control absoluto de los contenidos.
Para obtener el mejor rendimiento se requiere un sistema de presentación inalámbrico. Un buen ejemplo lo encontramos en las aulas de la escuela secundaria PTECH en Nueva York. Su diseño fue establecido como un espacio de colaboración de una sala de reuniones de una empresa, con cinco subespacios equipados con una pantalla delante de una mesa alrededor de la cual se sientan los estudiantes y colaboran con los proyectos en grupos pequeños. Todos ellos pueden conectar sus dispositivos periféricos a través de su sistema de presentación inalámbrica, lo que permite a los maestros moverse y trabajar con el grupo o individualmente. Los estudiantes son los protagonistas de sus proyectos.
En un aula invertida, los alumnos deben estar más involucrados y las tecnologías colaborativas apoyan su autonomía y refuerzan la noción de trabajo. Proporcionar una mejor experiencia educativa con herramientas digitales está influyendo positivamente en su desarrollo y motivación en el aula.