Mayo ha sido un mes agridulce para HP. La buena noticia es que la compañía recupera el brillo en sistemas personales. En Shanghai presentó su nueva línea de Ultrabooks, con lo que quiere seguir liderando el negocio de la informática personal en un año en que la salida de Windows 8 agitará este negocio. Aunque es cierto que no se vio en la capital china la esperada tableta con que la compañía debería plantar cara a Apple, que tiene más del 50% de este mercado. Es previsible que tengamos que esperar a la salida del nuevo sistema operativo de Microsoft para ver movimientos de HP en este boyante mercado.
Sin embargo, HP también fue protagonista de una mala noticia: la decisión de la dirección, a la vista de los pobres resultados de su segundo trimestre fiscal, de desprenderse de un 8% de la plantilla, o, por ponerlo en términos más dolorosos, 27.000 profesionales que deberán dejar la firma en un plazo de tres años. El equipo de Meg Whitman necesita liberar recursos para mantener la carrera por la innovación que tiene lugar en el mundo del centro de datos y que está llevando a compañías como la propia HP, Dell u Oracle a hacer compras de miles de millones de dólares.
En el caso de HP, quedan en la memoria la de 3PAR, adquirida en dura riña con Dell por casi 2.500 millones de dólares, y Autonomy, por la que desembolsó la friolera de 10.400 millones. Por cierto, uno de los que ha caído con este recorte ha sido Mike Lynch, el inglés que fundó la compañía y que había contado hasta ahora con el beneplácito de la dirección de HP.