El broche de oro de DigitalES llegó con el ‘debate digital’ entre Felipe González y José María Aznar, moderado por el presidente de la patronal telco, Eduardo Serra, que fuera ministro en el Gobierno del PP. La expectación estaba asegurada, en un fragor de guardaespaldas y gente VIP, periodistas a toda carrera y cámaras de televisión por doquier.
Ambos expresidentes del Gobierno, macerados por los años y su estancia en grandes empresas, ya no son aquellos dos contendientes sin piedad, que se golpeaban con saña en sus debates electorales. Son como esos boxeadores que dejaron sus pendencias al colgar los guantes y, arropados por el Ibex, coinciden en todas sus mutuas apreciaciones. Sin atisbo de discordia entre ambos, les une la soledad del emérito, que un día tuvo el poder de una nación y ahora
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se ha quedado en conferenciante de lujo y consejero bien remunerado.
Felipe González, con ese verbo andaluz lleno de arabescos, sigue siendo un encantador de audiencias. Subo llevar el debate por sus derroteros y centrarlo en la ingobernabilidad del país y en la necesidad de que los partidos de ahora se pongan de acuerdo. A modo de regañina, señaló: “en el bipartidismo se gobernaba buscando el espacio de la centralidad. Es una estructura política centrípeta. Ahora no se busca la centralidad sino el antagonismo”.
En el apartado tecnológico, González habló sobre la velocidad de la nueva era (“Todo ha cambiado y la velocidad del cambio no es la de la revolución industrial”) y de los datos como la materia prima de los negocios (¿Los datos son propiedad de cada individuo o de quien los usa y abusa?“), en alusión a Facebook, que para más inri ha creado una moneda propia.
Por su parte Aznar, en plena forma y repeinado como suele, se exhibió como un viejoven (“yo sigo siendo joven”) con ramalazos de inconformista impostado (“Las siete mayores compañías por capitalización bursátil están fuera de control en todo el mundo y ese es un gran problema para ocuparse”). Su discurso sigue siendo seco, pero ahora instalado en el siglo XXI alertando sobre los riesgos de la inteligencia artificial y sobre el retraso de Europa y España en 5G frente a EEUU, China y Corea.
Media hora en suma muy amena, donde no faltaron chascarrillos, aplausos y sonrisas. Hay que agradecer el papel de Eduardo Serra que supo sacarles a los dos invitados su mejor cara y propició un ambiente amigable. Un moderador que sacó la sonrisa de este periodista, cuando se declaró analógico incorregible, precisamente el máximo exponente de DigitalES.