La ciberseguridad se ha convertido en un área estratégica en las empresas de todos los tamaños y sectores. La evolución tecnológica, junto con un enfoque más holístico en la continuidad del negocio, está transformando la manera en que se conciben y se implementan las estrategias de prevención, actuación y recuperación de desastres cibernéticos.
A medida que se han incrementado los ataques de ciberdelincuentes, y las distintas modalidades de vulneración de la privacidad, hay que ir adaptando los sistemas de vigilancia, para detectar, prevenir y solventar las crisis que pueden sufrir las organizaciones, ya sea en el ámbito de la información que manejan, en sus procesos o en las herramientas.
Independientemente del grado de confidencialidad de la información que tienen, lo que está claro es que a medida que avanza la digitalización, ha de consolidarse la seguridad. Un desafío tan grande como la propia tecnología es la escasez de talento en ciberseguridad, pues cada vez serán más demandados este tipo de perfiles.
Para paliar el déficit de profesionales, se espera que la inteligencia artificial (IA) y el aprendizaje automático (machine learning) jueguen un papel aún más crucial en la detección y prevención de amenazas. Las soluciones de ciberseguridad probablemente emplearán algoritmos más avanzados para identificar patrones y anomalías en tiempo real.
Pero, a medida que los ataques cibernéticos sean más sofisticados, diversificados y persistentes, deberemos integrar soluciones de seguridad más avanzadas y proactivas. Además, según se incremente la dependencia de la tecnología y de la operativa en la nube (pública, privada o híbrida), ya sea por desconocimiento o por mala praxis, los peligros no solo serán ataques intencionados desde el exterior sino también fallos y caídas de sistema producidas, más o menos proactivamente, desde el interior.
Los antivirus se centrarán en proporcionar una protección multicapa, que va más allá de la detección de malware tradicional. Esto incluirá la protección contra phishing, ransomware, exploits de día cero y ataques avanzados persistentes (APT). Mientras tanto, cuando el mal ya está hecho, la tendencia en la recovery disaster ha evolucionado para adaptarse a un entorno empresarial cambiante y a las amenazas emergentes, cada vez más alineadas con la continuidad del negocio.
Frente a ello, está la automatización, para minimizar tiempos de respuesta y el impacto en las operaciones. La adopción de DRaaS está en aumento. Las organizaciones externalizan la recuperación de desastres a proveedores de servicios especializados, lo que permite un acceso más rápido a infraestructuras de recuperación, reducción de costes y mayor agilidad.