La innovación tecnológica ha impulsado un cambio increíble en los negocios. Hoy en día, la vida laboral de un trabajador no se parece en nada a lo que era hace 50 años. Todas las acciones, conversaciones y estrategias han sido aumentadas mediante la tecnología. Pero a medida que la innovación continúa acelerando, existe un riesgo de dejar atrás a los empleados. Al considerar nuevas inversiones en tecnología, las compañías han tendido a tomar decisiones en base a objetivos de negocio: ¿Puede ahorrar dinero? ¿Puede acelerar los procesos? ¿Puede mejorar el rendimiento de la compañía? Aunque estas consideraciones resultan validas, pasan por alto una cuestión esencial: ¿Qué impacto tendrán sobre nuestro personal?
Sin embargo, los líderes de las empresas hoy en día se encuentran en una encrucijada importante. Cada vez existe una mayor conciencia acerca de nuestra responsabilidad colectiva, hacia el medio ambiente, nuestros empleados y nosotros mismos, impulsada por grandes eventos globales, como el cambio climático y la pandemia de la Covid-19. Pero esto no significa que las compañías deban escoger entre beneficios y personas. Quizás este sea el comienzo de un tipo de negocio mejor, en el que situar a los seres humanos en el corazón de las decisiones corporativas logre combinar lo mejor de ambos mundos.
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¿Progreso a qué coste?
Las últimas décadas han traído consigo una revolución en comunicación y productividad laboral. En la actualidad, un trabajador puede crear, utilizar y almacenar cantidades ingentes de datos, comunicarse de forma digital con cualquier lugar del mundo y completar tareas que solían requerir semanas en cuestión de segundos y sin apenas esfuerzo.
Aunque esta nueva era tiene un claro atractivo para los directivos al prometer objetivos de productividad cada vez más elevados, un enfoque de progreso a cualquier precio puede conducir a riesgos imprevistos. Es posible que los trabajadores tengan problemas para mantener el ritmo de los cambios introducidos, se sientan abrumados por el volumen de información que reciben, consideren que las nuevas herramientas son demasiado complejas y, como resultado, quizás incluso se resistan al cambio en general.
El carro tirando del caballo
Para materializar el potencial de esta nueva era, la adopción y despliegue de tecnología debe ir más allá de los objetivos de productividad. Los líderes de negocio deben realizar inversiones en tecnología pensando en sus plantillas, pero ¿comprenden realmente la capacidad de adopción tecnológica de sus trabajadores? ¿Cómo de intuitiva les resultará la nueva tecnología? ¿Resolverá los retos o más bien generará otros nuevos? Todos estos aspectos deben tenerse en cuenta y servir como pilares del proceso de valoración de inversiones.
Con demasiada frecuencia, esta perspectiva humana no recibe la suficiente atención. En lugar de percibir la tecnología como un medio para que los empleados puedan aprovechar mejor su jornada laboral, se la considera como un fin en sí mismo. Las declaraciones como “tenemos que aplicar el aprendizaje automático” o “¿Cómo podemos utilizar el blockchain con estos datos?” suelen olvidarse del tema central.
La necesidad de estas tecnologías se basa en su utilidad para el ser humano que da órdenes a la máquina. La tecnología por sí misma no sirve como panacea para los problemas de un negocio y, si se aplica de manera incorrecta, incluso puede llegar a complicar la vida de los usuarios.
Aceptar la responsabilidad
Las expectativas de los trabajadores han sufrido un cambio notable en los últimos años. El aumento de la conciencia pública sobre cuestiones éticas y medioambientales se ha ido filtrando hacia los entornos laborales y, en la actualidad, los empleados demandan estándares más elevados de sus empresas. Por ejemplo, los estudios han demostrado que cuatro de cada cinco personas piensan que las compañías tienen una responsabilidad de proteger el medio ambiente. Al mismo tiempo, los trabajadores se preocupan por la política de reciclaje de sus empresas, las prácticas éticas de su cadena de suministro y los esfuerzos para proteger la salud mental de la plantilla.
Por su parte, esto ha causado que los negocios se planteen y mejoren sus estrategias de negocio responsables. Los servicios de salud mental se están volviendo comunes en entornos corporativos, según refleja el hecho de que el 82% de los encuestados aseguró sentirse más dispuesto a discutir cuestiones de salud mental en el trabajo que hace unos años.
En nuestra actual situación, los eventos sin precedentes que ha desatado la pandemia de la Covid-19 han forzado a las organizaciones a adoptar un enfoque más flexible y empático hacia su personal. Muchos negocios que normalmente no permitían trabajar desde casa se han visto obligados a ello. Pero, en general, las organizaciones están teniendo que admitir la realidad de que el aislamiento provoca un conflicto entre las vidas laborales y familiares, puesto que muchos empleados están teniendo que cuidar de sus hijos durante la jornada laboral. Como resultado, muchas compañías están ofreciendo horarios más flexibles para apoyar a sus equipos. ¿Perdurarán estas prácticas a largo plazo? El tiempo lo dirá, pero indudablemente este enfoque de negocio más responsable y centrado en las personas representa una tendencia generalizada.
Pensar como un ser humano
Con la planificación adecuada, la tecnología puede convertirse en la herramienta que unifique estos objetivos, valor para el ser humano y beneficio de negocio. Al aplicarla con los objetivos adecuados, genera el potencial para que los empleados trabajen más rápido, eliminando algunos de los laboriosos procesos manuales que lastraban su labor diaria. Desde la gestión de proyectos a inteligencia de negocio, incluyendo aplicaciones de videoconferencia y mensajería, los avances de software han permitido a los usuarios añadir creatividad a tareas que antes eran mundanas, introduciendo cualidades típicamente humanas en los procesos de trabajo y sus resultados.
Y esto es precisamente lo que se supone que debería ser la tecnología: una forma de mejorar. Una forma de encontrar autentica satisfacción en la labor diaria y facilitar la vida. Una forma de eliminar barreras que dificultaban la colaboración con cualquier persona que se encontrase a más de un metro de distancia. Una forma de pensar y actuar de un modo que impulse nuevos niveles de realización personal.
En este momento podemos ver lo que realmente importa. Las tecnologías existentes avanzarán, surgirán nuevas innovaciones, pero lo que se mantendrá constante son las personas. Únicamente pensando en los seres humanos seremos capaces de reducir el impacto negativo imprevisto sobre los seres humanos y comenzar a explorar aquello que realmente importa.
Un trampolín hacia el cambio
Sería una negligencia no considerar todo esto en el contexto de la situación que todos estamos atravesando. En los últimos meses, los lugares de trabajo de todo el mundo se han encontrado en una situación que muy pocos podrían haber anticipado. No hemos tenido preaviso sobre la transición desde el negocio habitual hasta la próxima nueva normalidad.
Aunque todavía resulta prematuro estar buscando el lado más positivo, la actual situación ha puesto de manifiesto un aspecto de modo inmediato: privados de la ubicación física de la oficina, podemos ver el lado humano de forma mucho más clara. Los negocios han tenido que ser proactivos a la hora de apoyar a sus empleados durante esta crisis, ayudándoles a mantenerse seguros como principal prioridad.
En la actual situación de incertidumbre, esperamos que las consecuencias del actual contexto global servirán para facilitar la próxima fase del desarrollo empresarial, en la que el impacto y bienestar de los empleados tengan una prioridad tan elevada como los objetivos económicos y de productividad de la compañía. En la que las prácticas de negocios responsables sean consideradas como una oportunidad en lugar de una mera añadidura. Por eso, nuestro objetivo consiste en apoyar a los líderes para que puedan tomar acciones que faciliten un enfoque innovador centrado en las personas que proporcionará valor durante muchos años.