Me gustaría empezar este artículo haciendo una reflexión: ¿Sabías que las pequeñas y medianas empresas (pymes) representan el 99% del tejido empresarial español y emplean al 72% de la fuerza laboral? Esto quiere decir que, de cada 100 trabajadores españoles, solo 28 trabajan en una gran empresa o para la Administración. Este dato es tan contundente que deja patente la necesidad de situar a las pymes en primera línea para garantizar un futuro competitivo y sostenible para nuestra economía.
Si analizamos concretamente el nivel de transformación digital entre las pequeñas y medianas empresas (pymes), este sigue siendo limitado, ya que, a pesar del esfuerzo realizado por las distintas administraciones, muchas de estas empresas aún enfrentan barreras significativas que frenan su avance hacia la digitalización.
La digitalización no se trata únicamente de adquirir tecnología; es un cambio profundo en los procesos, modelos de negocio y mentalidad empresarial. Esto es especialmente relevante en lo que respecta a la mediana empresa. Hace unas semanas apareció en mi pantalla un artículo que mencionaba varias pymes que sí habían conseguido digitalizarse con éxito. Este es un tema que siempre me llama la atención, no solo por el interés obvio de alguien que dirige una consultora TI, como es mi caso, sino por el hecho de que mi madre tuvo un pequeño negocio y conozco de cerca los sueños y desvelos de los pequeños empresarios.
Me llamó la atención la historia de «El Horno de Lola», una panadería tradicional en Madrid que ha demostrado que adaptarse a los nuevos tiempos puede ser transformador. Simplemente con la implementación de pedidos online y una aplicación móvil logró aumentar sus ventas en un 30% y fidelizar a su clientela. Este caso ilustra cómo incluso los negocios más tradicionales pueden beneficiarse enormemente al adoptar herramientas digitales.
En el caso de las medianas empresas, el tema es algo más complejo y aún más necesario, si cabe. Recuerdo, por ejemplo, cuando trabajamos para optimizar la gestión de proyectos internos para una ingeniería española de tamaño medio, referente en el sector, con unos 200 empleados. Todo el equipo agradeció el cambio que supuso aquel proyecto en su trabajo diario. A partir de ese momento pudieron gestionar los proyectos desde su inicio hasta su finalización para conseguir la plena satisfacción de los clientes.
Los beneficios de la digitalización son múltiples y tangibles. Siguiendo con el ejemplo anterior, la optimización de la gestión de proyectos se tradujo automáticamente en una reducción de costes, un aumento de la eficiencia y una mejora clara en la satisfacción del cliente.
Sin embargo, el panorama no está exento de desafíos. Según la Hoja de Ruta Nacional para la Década Digital publicada el pasado 5 de marzo por el Gobierno de España en respuesta al Informe País sobre la Década Digital 2024 de la Comisión Europea, aunque España ha avanzado significativamente en áreas como conectividad e infraestructuras digitales, muchas pymes aún enfrentan dificultades para adoptar tecnologías avanzadas como soluciones basadas en inteligencia artificial o big data. Esta hoja de ruta identifica los principales desafíos y fortalezas del país en términos de digitalización empresarial, destacando que el apoyo a las pymes es clave para alcanzar los objetivos digitales establecidos por la Unión Europea para 2030.
El documento también subraya que las iniciativas del Plan de Digitalización de pymes 2021-2025 están diseñadas para facilitar esta transición. Estas medidas no solo buscan mejorar la competitividad individual de las empresas, sino también contribuir al avance colectivo del tejido empresarial español hacia una economía más inclusiva y sostenible.
La transformación digital también tiene implicaciones sociales importantes. Al optimizar su gestión de procesos, mejorar su atención al cliente y reducir costes operativos, las medianas empresas pueden destinar más recursos a mejorar las condiciones laborales y ofrecer servicios más accesibles a sus comunidades.
Desde mi punto de vista, si España aspira a consolidarse como una economía referente en Europa, es imprescindible que las pymes, y especialmente las medianas empresas, completen su transición hacia lo digital. Esto, además de fortalecer su competitividad frente a grandes corporaciones internacionales, garantizará un tejido empresarial más resiliente y preparado para enfrentar los retos. La transformación digital seguirá siendo el motor que impulsará este cambio; tanto desde el sector público como desde el privado habrá que garantizar que ninguna empresa se quede atrás. Nosotros nos sentimos orgullosos de poder contribuir, con nuestro granito de arena, a este reto.