La digitalización se ha convertido en un factor clave para la supervivencia y el crecimiento de las compañías en todo el mundo. En España, el tejido empresarial se enfrenta diariamente en una serie de desafíos de cara a adaptarse a este nuevo paradigma digital.
La incorporación de tecnologías englobadas dentro de la Web3 y otras tecnologías como la inteligencia artificial (IA), cloud y big data son fundamentales para mejorar la productividad y la competitividad en un entorno empresarial cada vez más globalizado y digital en el que mantenerse a la vanguardia.
En este contexto, la digitalización se presenta como una herramienta esencial para la supervivencia y crecimiento de las empresas, ya que no solo ofrece una mejora en términos de eficiencia, sino que también brinda nuevos servicios e infraestructuras que permiten una mayor capacidad de flexibilidad y escalabilidad, reportándose esto en una experiencia a los clientes cada vez más personalizada
La transformación digital no solo trata de adoptar tecnología, sino de adaptar la cultura empresarial y fomentar una mentalidad orientada a la innovación e investigación y desarrollo (I+D). Aunque España ha avanzado significativamente en términos de digitalización en los últimos años, aún quedan ciertos asuntos pendientes en lo que al nivel de digitalización se refiere.
El 98,99% de las empresas son pymes y su digitalización está muy condicionada por la capacidad financiera
Según datos de Statista, España se encuentra por encima del promedio de la Unión Europea en lo que respecta a la adopción de tecnologías digitales en las empresas, concretamente en la sexta posición, por debajo de algunos países como Finlandia, Dinamarca y Suiza y por delante de otros como Alemania e Italia. Algunos sectores como el turístico, han mostrado avances considerables, con un 31% de las pymes turísticas con un buen nivel de digitalización, mientras que otros, como la agricultura y la construcción, enfrentan mayores reticencias a la hora de sumarse a la ola digital.
La digitalización no está exenta de desafíos, y es que una de las principales características del tejido empresarial español es que el 98,99% de las empresas son pymes y su digitalización está muy condicionada por la capacidad financiera. Muchas de estas pymes pueden enfrentar dificultades económicas para afrontar la adopción de tecnologías digitales debido a los costes asociados, que pueden incluir la adquisición de hardware, software, capacitación del personal y la contratación de servicios especializados. Esta falta de recursos financieros puede ralentizar o incluso impedir completamente la implementación de soluciones digitales, lo que a su vez puede afectar la competitividad y el crecimiento de las empresas.
La falta de conocimientos tecnológicos adecuados es otra de las barreras significativas que hay que tener en cuenta. La digitalización requiere contar con personal calificado que comprenda las últimas tendencias y herramientas tecnológicas, así como la capacidad para implementarlas y gestionarlas de manera efectiva. Sin profesionales adecuadamente capacitados, las empresas pueden tener dificultades para integrar y optimizar tecnologías digitales en sus operaciones diarias, lo que limita su capacidad para aprovechar al máximo las ventajas que ofrecen estas soluciones.
La ciberseguridad es otro aspecto crítico que se ve afectado por la digitalización. A medida que las empresas adoptan más tecnologías digitales y se conectan a internet, aumenta su exposición a ciberataques y vulnerabilidades. Los cibercriminales aprovechan estas oportunidades para acceder a información sensible, dañar la reputación de la empresa, robar datos confidenciales o interrumpir sus operaciones. La falta de conocimientos en ciberseguridad y la infraestructura insuficiente para protegerse adecuadamente contra las amenazas cibernéticas pueden resultar en pérdidas financieras y daños a la reputación de la empresa.
En este sentido, el diseño de planes, iniciativas y políticas específicas se vuelve crucial para afrontar el reto de la digitalización. El gobierno español, en colaboración con la Unión Europea, ha establecido políticas y estrategias para impulsar la digitalización empresarial y abordar estos retos, como son el Plan de Digitalización de las Administraciones Públicas (2021-2025), el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia o el Plan España Digital 2025, que han contribuido a la implementación de estas nuevas tecnologías en el tejido empresarial español, reduciendo considerablemente las brechas territoriales y competitivas.
Se han creado ayudas para fomentar la adopción de tecnologías digitales y se han puesto en marcha programas de capacitación para mejorar la formación en habilidades tecnológicas. Asimismo, se están destinando fondos para apoyar a las empresas en su proceso de digitalización y garantizar la seguridad de las infraestructuras digitales.
Si bien los desafíos son significativos, el tejido empresarial en España ha demostrado una gran capacidad de adaptación y resiliencia. Aquellas empresas que logren abrazar plenamente la digitalización, incluida la Web3, tendrán una ventaja competitiva en un mundo cada vez más conectado y competitivo, donde el dato está a la orden del día y donde las nuevas tecnologías necesitan implementarse para no quedarse rezagados. La colaboración público-privada, la educación en estas materias, así como la inversión en formación y desarrollo tecnológico serán cruciales para continuar el rumbo de la nueva era digital.