Una inspección de calidad revierte en la categoría de un producto “Made in China

Alex Makow, Director General de AsiaInspection para España, Italia y Portugal

Publicado el 10 Abr 2012

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Una idea enclavada en la mente de todo el mundo es que lo barato sale caro. Las personas que caen en la tentación de adquirir un producto cuyo precio es irrisorio asocian esta “ganga” a una mala calidad. La calidad hay que pagarla, por lo que es esencial para una compañía invertir para ofrecer al consumidor un producto que cumpla con los requisitos que se exigen en la cadena de producción, y avalar su garantía. Ser catalogado como un producto garante de seguridad “no tiene precio”. Los productos “Made in China” suelen ir acompañados de interrogantes que cuestionan los materiales con los que están elaborados. Los expertos aseguran que se trata de una premisa que los importadores tienen que desterrar porque la solución está al alcance de su mano: someter al producto a un exhaustivo control de calidad. Los clientes cada vez se han vuelto más exigentes porque saben que “nadie pierde dinero solo por facturar”. Si un producto garantiza que ha pasado por una inspección aumenta su valor, y esta acción repercute en la satisfacción del consumidor, elemento clave para que culmine con éxito el proceso de venta. Es crucial que este proceso se convierta en una práctica cada vez más arraigada en los importadores, para demostrar que Asia es uno de los continentes preferidos para fabricar así como para importar. No es pertinente para la reputación de una marca arriesgarse a que sus ventas mengüen solo por no recurrir al imprescindible control de calidad que, sin duda, revaloriza su imagen. AsiaInspection, empresa especializada en Controles de Calidad y Servicios de Inspección, Auditoría y Test de Laboratorio, ofrece sus servicios para demostrar que el proceso de elaboración ha sido el correcto. Los fabricantes chinos han evolucionado en sistemas de gestión implementando nuevas técnicas que dignifican sus artículos. Se han decantado por adecuarse a los requerimientos del mercado mundial, una teoría que refuerza la idea de que operar en el continente asiático es vital. Esta actitud implica que el deseo que cualquier consumidor tiene de poner “Sus Ojos en la Fábrica”, cuando se debate entre comprar o no un producto, se diluya si la etiqueta de calidad aparece en el producto. Proporcionar seguridad al cliente es crucial para que el proceso de compra culmine con éxito. Otra de las tendencias que estaban más latentes en el mercado era la deslocalización, pero actualmente las empresas se declinan por factorías nacionales a pesar de que esta decisión implique que los costes se disparen. Una vez más, la solución es recurrir a las inspecciones, debido a que no hay que dejar de contar con un mercado tan potente tan solo por el miedo a que el consumidor castigue a la marca por una mala calidad. Los estándares de calidad en los productos asiáticos han sufrido un cambio drástico. Las autoinspecciones están proliferando en las fábricas chinas e incluso se ha impuesto la figura del “director de calidad por un día”, ya que están convencidos de que el lujo y las marcas acompañan cada vez más al estilo de compra de la población. Disipar la desconfianza del cliente es vital, y demostrárselo a través de exhaustivos controles de los productos que integrarán su cesta de la compra contribuye a conseguirlo. Las malas prácticas imperan en un sinfín de procesos de producción. La falsificación de documentos, test de laboratorio y certificados de calidad como los de la CE son algunas de las principales lacras, pero es necesario recurrir a los controles para despejar cualquier duda que pueda surgir sobre el incumplimiento de los parámetros de calidad establecidos. Fabricar en Asia no conlleva que los artículos sean defectuosos o peligrosos, ya que controlar lo que se produce es el único requisito necesario para desbancar esta débil teoría que amenaza al “Made in China”. Confiar es bueno, pero controlar es mejor, reza un dicho alemán. ¿Cuál es el truco más recurrido por el fabricante? Pues lo que suele hacer es enviar al importador un documento que en la teoría es legal, pero que en la práctica es una falsificación del mismo. ¿Y el mejor consejo? Es recomendable realizar una confirmación del tipo de material que se ha empleado en la muestra aprobada y luego recoger otra durante el proceso de producción. ¿Y las irregularidades que más se practican? Sin duda, los incumplimientos constantes de plazos, subcontrataciones de las producciones, así como defectos que intentan ocultar. Los consumidores son lo primero, por lo que si son conocedores de que se ha efectuado un estricto control de calidad durante el proceso de fabricación, se convierte en un revulsivo para volver a adquirir ese producto. Invertir en una empresa, como AsiaInspection, que gestione los controles de calidad es la mejor opción para satisfacer al cliente, ya que es su principal reclamo porque, sin duda, lo barato sale caro

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