Un año más, los fabricantes punteros de televisores (y otros que van un poco más rezagados) inundaron de paneles los expositores de IFA, una feria que reúne en Berlín a más de un millar de marcas y que acaba mañana. Históricos como Philips y Sony están parcialmente retirados de la gran innovación en este área, y en las últimos ejercicios, el gran duelo lo tienen LG y Samsung.
Aunque más del 90% de las ventas en España son de equipos LED entre 32 y 40 pulgadas, con precios que rondan los 400 o 500 euros, estas marcas todos los años se las ingenian para sacar paneles 4K (que multiplican por cuatro la definición de los mejores Full HD) y dispositivos OLED de más de 5.000 euros. Saben que IFA es un escaparate europeo y mundial y hay que salir con toda la artillería.
Samsung presentó las Ultra HD F9000 en dos tamaños (de 55 y 65 pulgadas) y con precios de los 4.000 a los 6.000 euros. Sin embargo, hizo más ruido con su primer panel OLED curvo. Un aparato de 55 pulgadas y que tendrá un precio que rondará los 8.000 euros. “El futuro no es flat (plano)”, recordó de unos de los directivos de Samsung mientras presentaba este producto a la prensa europea.
Un equipo de estas características también se pudo ver en el stand de su máximo rival. El de LG, que se mostró en CES y ya está disponible en los principales mercados, está diseñado, según sus artífices, para garantizar un visionado “envolvente y confortable”. Paralelamente, LG también reforzó su línea 4K de gama alta con equipos de 55 y 65 pulgadas. Siguen los intentos pues de los líderes del mercado de aterrizar en las plantas de producción y en el mercado la tecnología OLED, que sigue siendo residual a pesar de sus posibilidades y de la calidad de imagen y contraste que presenta.