Un mes y medio después de que la terrible dana que se llevara por delante su tienda de informática en Benetússer, asociada a la cadena APP, Ricardo Gómez dice que poco a poco se empieza a habituar a lo que él denomina la “medio nueva normalidad”. Pero inmediatamente asegura que esa supuesta “normalidad” está todavía muy lejos. Y admite que en su pueblo y en resto de la comarca, afectada por la crecida de las aguas en el infernal barranco del Poyo, “quedan muchos días y muchos meses de trabajo”.
Ricardo Gómez es un tendero vocacional. Cuando tenía 20 años, y después de acabar un grado medio de FP de informática, entró en prácticas en una tienda, y al cabo de un año ya le había comprado el establecimiento al anterior propietario. Desde ese momento ha pasado más de una década. En Benetússer y alrededores es conocido porque vende ordenadores, periféricos, componentes, repuestos y consumibles, pero también repara equipos para empresas y particulares, y configura software y redes. Ricardo es un verdadero todoterreno, y un apasionado de su trabajo. “Me encanta. No miro el reloj cuando trabajo. Me gusta mucho, y no tengo problema en atender a clientes fuera de hora”. Sin embargo, la dana estuvo a punto de doblegarlo.
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El agua se lo llevó todo
En Benetússer, como en Paiporta, Alfarfar o Catarroja, el desbordamiento pasó a todos por encima de sus cabezas, literalmente. En la principal arteria comercial de Benetússer (16.000 habitantes), donde se ubica el establecimiento de Ricardo, el agua superó los dos metros y arrastró con todo. “Aquí de los comercios que había no queda prácticamente nada. En mi caso, el agua se lo llevó todo, y acabé encontrando los ordenadores, los mostradores y las vitrinas de la tienda por la calle”.
El día del tormentón bíblico, el 29 de octubre, Ricardo cerró su establecimiento pasadas las 7 de la tarde. En aquel momento no había caído ni una gota. Aunque ya a esa hora le pasaban vídeos por WhatsApp donde se veía el barranco desbordado a la altura de Catarroja, municipio que está a unos cuatro kilómetros de distancia. Un poco más tarde, y viendo que ya empezaba a fluir el agua por la calle donde reside, Ricardo corrió a sacar el coche del garaje, como muchos de sus vecinos, y lo dejó en el exterior, a un par de calles de distancia. Y después llegó lo peor. “A partir de ahí ya no pude volver a casa. La corriente de agua era brutal. Y ya me tuve que refugiar en casa de unos familiares, hasta la madrugada, cuando pude volver con mi familia”.
Un escenario de ‘The walking dead’
Al siguiente día por mañana, y con toda la incertidumbre del mundo y temiéndose lo peor, Ricardo volvió a su tienda, a escasos 100 metros de su domicilio, para ver cómo había quedado. El panorama era dantesco. “Ibas por la calle y parecía un escenario de ‘The walking dead’. Nadie hablaba. Solo oías chillidos, lloros, sirenas… Había vecinos que tenían que salir de su casa por el tejado. Y cuando llegamos a la tienda estaba llena de barro y daba miedo entrar porque podía haber un cortocircuito”.
“En nuestra calle había 20 o 30 comercios, y más de la mitad no va a volver a abrir. Muchos no tienen fuerza
En aquel momento, Ricardo pensó que nunca más iba a volver a abrir su establecimiento y que lo mejor que podía hacer a partir de ahora era dedicarse a otra cosa. “Se me vino todo abajo. Pensé que lo mejor era buscarme otro trabajo. Que no iba a volver a abrir el negocio ni por todo el oro del mundo”. Ricardo recuerda ahora que antes de la dana tomó la precaución ingenua de subir sus ordenadores y los de sus clientes a los mostradores de la tienda, calculando que, como mucho, la inundación no pasaría de un par de palmos. Pero nada fue suficiente.
Hasta 60.000 euros en pérdidas
Ahora mismo el dueño de la tienda APP de Benetússer está acabando de hacer un inventario de lo perdido por la dana, pero calcula que el agua se llevó 60.000 euros “entre stock, ordenadores nuestros y ordenadores de clientes”. “Afortunadamente, solo tenía unos 10 ordenadores para reparar”, precisa, al tiempo que explica que el gran daño cuando se pierde un ordenador no está en la máquina en sí, sino en toda la información y los recuerdos que se van en forma de fotos o vídeos almacenados.
Ricardo Gómez reconoce que, tras mes y medio, la tienda sigue sin puertas ni persianas, y las paredes están muy dañadas. Pero él no se arredra y se ha buscado la manera de seguir trabajando desde casa y sirviendo a sus clientes a domicilio. “He montado en el comedor de mi casa un minitaller para atender a clientes particulares, e incluso estoy montando ordenadores para empresas. Y también hago visitas a domicilio”. “El otro día monté la informática de una gestoría en el comedor de una casa”.
Ricardo seguirá adelante, pero muchos han tirado la toalla
Al contrario de otros empresarios de la zona que han tirado la toalla con la dana y ya no van a volver a poner en marcha sus negocios, Ricardo Gómez (32 años) volverá a la carga, y pretende reubicar su negocio en otro local, pero ahora de su propiedad. “En nuestra calle había 20 o 30 comercios, y más de la mitad no va a volver a abrir. Muchos no tienen fuerza, otros han encontrado trabajo en otro sitio y hay algunos que se prejubilan. De hecho, aquí solo ha abierto el Mercadona y una farmacia, y en la farmacia están con un mostrador que le han prestado y las cajas de las medicinas en el suelo. A partir de las 6 de la tarde, en cuanto oscurece, ya no hay nadie por las calles de Benetússer”.
Ibas por la calle y parecía un escenario de ‘The walking dead’. Nadie hablaba. Solo oías chillidos, lloros, sirenas… Había vecinos que tenían que salir de su casa por el tejado
A pesar del panorama, Ricardo cree que es posible reabrir su tienda en febrero o marzo del año que viene. Vuelve a recordar que cuando vio el destrozo de la dana en su comercio, se vino literalmente abajo. Pero que fue su entorno más cercano, el de su familia, amigos y clientes, el que lo convenció para salir adelante.
Todas las ayudas posibles
El dueño de la tienda APP de Benetússer también se está moviendo para recabar toda la ayuda pública y filantrópica disponible. Ricardo asegura que ha cobrado la del Gobierno central, de 5.000 euros. Y además ha solicitado y cobrado “la de Juan Roig” [dueño de Mercadona], dirigida a negocios y englobada en la iniciativa bautizada como Alcem-se (levantémonos). Además, hace unos días solicitó otra ayuda de la Generalitat Valenciana y ahora está con el papeleo para acceder a “la ayuda de Amancio Ortega” [fundador de Zara], que está dirigida a las familias de los municipios afectados por la dana, así como a comercios y propietarios de vehículos industriales.
Por otro lado, hace unos días, según relata, por fin pudo ser atendido por el perito de su aseguradora, que ahora tendrá que enviar toda la información de daños al Consorcio de Compensación de Seguros. Sin embargo, Ricardo se muestra resignado y dice que recuperar algo a través del seguro se retrasará meses todavía. En cualquier caso, él seguirá adelante. Para volver a abrir su negocio y recuperar la ansiada normalidad cuanto antes.