La crisis arrambla con todo. La que está ahora en picota es la histórica Kodak, que ya tiene 131 años de existencia. La mítica firma de fotografía, que lleva unos años embarcada en el viraje de su negocio al entorno digital, vio como acababa la semana pasada con un desplome del 54% en el valor de sus acciones por los rumores persistentes de que está en quiebra. En cualquier caso, la firma negó, a través de un comunicado, que tenga planes para acogerse a la ley de quiebras. “Estamos comprometidos a cumplir todas nuestras obligaciones y no tenemos intención de declararnos en bancarrota”, rezaba la nota, donde también hacía explícita su intención de buscar de forma activa materializar la venta de su portafolio de más de un millar de patentes tecnológicas para digitalizar imágenes.
Kodak se desplomó al conocerse una información de The Wall Street Journal que decía que la compañía había contratado los servicios de la firma de abogados Jones Day, especializada en procesos de reestructuración. “Jones Day es uno de los muchos asesores con los trabajamos”, han indicado desde Kodak sobre su relación con este despacho.
Las acciones de Kodak ya habían perdido el lunes de la semana pasada una cuarta parte de su valor bursátil después de que reconociera ante la Comisión del Mercado de Valores de Estados Unidos (SEC) que se le había concedido un préstamo de 160 millones de dólares “con propósitos corporativos”.
Kodak ya anunció que en el primer semestre de 2011 perdió 425 millones de dólares, casi ocho veces más que en el mismo periodo de 2010, y que su facturación hasta el 30 de junio llegó a 2.807 millones de dólares, un 19% menos que en el mismo periodo del año anterior.
Entonces, el español Antonio Pérez, que lidera la compañía, aseguró que, aunque afronta muchos retos por delante, confiaba en el futuro y en la capacidad para atraer inversiones que hagan posible la transformación “en una compañía de fotografía digital”.